Silvestre y la Naranja presentó ‘Alter Ego’ en el Bioceres Arena

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El indie pop pisó fuerte en la noche del jueves. Durante una hora y cuarenta y cinco, las melodías más recientes y los clásicos imprescindibles hicieron bailar a la ciudad

 Silvestre y la Naranja conquistó una vez más al público rosarino en su show más masivo en la ciudad hasta el momento. Su atractiva, ingeniosa y complaciente propuesta, ésta vez se aventuró a dar rienda suelta a un constado exploratorio, con ciertos recaudos y leales a su esencia. Pocas bandas suenan en vivo con mayor potencia y claridad que en sus discos, esto es los más destacable de la banda, la impoluta estética del sonido vernáculo que fueron construyendo y que cobra un brío más envolvente y electrónico en su último álbum, como una bocanada de aire fresco. Apostando a resignificarse en la construcción de una nueva puesta, pusieron en escena un juego más ambicioso que en otras ocasiones. La gente no paró de celebrar la música en estado de goce, gran mayoría con celular en mano intentando llevarse alguna captura. Nada impidió que la gente canten cada tema con el mismo entusiasmo, intensificando el ritmo sobre el final del show. La solidez de Silvestre y la Naranja se hizo evidente desde el primer acorde renovando la energía en cada trazo del show.

 Pasadas las 21 y cuarto, los siete músicos se posicionaron en el escenario y se lo apropiaron. Con precisión,  destreza y enfoque, el sonido estuvo a la altura de una de las bandas cruciales de la escena actual. Sin estampados y en composé, un único look austero que mantuvo su característico charme, acompañó todo el show junto con gafas oscuras y largo saco de cuero marrón. La ovación para recibirlos no se hizo esperar tras un fugaz interludio en la pantalla que acaparaba cada extremo. Haciendo gala al álbum que vinieron a presentar, la noche inició con el power voraz de “Puertas del Sol”. Sin dilatar innecesariamente la llegada de los temas más anhelados por su gente, desde el comienzo sonaron sin stop canciones como “Supersticiones”, “Loco por vos” y “Nunca te calmes”. El cantante Justo Fernández Madero, recorrió el escenario con encanto y medido histrionismo en temas actuales como “Prisionero perfecto” y “Tocar el cielo”, con un edén fragmentado ilustrado en pantallas. Uno de los momentos más movilizantes del show estuvo en manos de la emotiva balada “Superhéroes”.

 “Levitando lento” fue una de las más celebradas del show, seguida por la impronta bailable y la electro extendida de “Canción para que vuelvas”. Definida como una “balada que rompe” en la lógica de “Alter Ego”, se escuchó una profunda versión de “Azulejos”, que culminó con una atrapante improvisación vocal a contraluz blanca que transportó al público a una dimensión alejada de lo convencional. Para una cercanía aún más fiel, el cantante se acercó al borde del escenario para la reconocida “Carta de amor”, seguida por la sublime “Hechizao”, una de las páginas más románticas y cantadas del show. Luego de una poderosa versión de “Invencibles” y “Adicto al temblor”, sin camperas y aún más  distendidos, continuaron con hits como “Todas esas tardes junto a ti”, “Sos todo lo que esta bien” y la primaveral “Amores callejeros”. Para producir un quiebre entre tantas pulsiones emocionales, irrumpió “una de las favoritas” por la banda de su último álbum, con un entramado psicodélico sonó “Océano”, de las mas atesoradas del álbum, seguida por la distorsionada “Yo te sigo”.

 Promediando el final y con mucho más para dar, tanto el público rosarino como la banda se atrevieron a una proeza final y celebraron sus más grandes hits. “El instinto”, “Tu veneno” y “Fiebre atemporal”, marcaron el punto culmine de una noche de jueves con temperaturas elevadas. Nada más efectivo ni más sano que la música para regular el termómetro. Silvestre y la Naranja aun tiene un extenso recorrido, sin límites ni stop en su inagotable fuente de ingenio.

 

Lucas Rivero