A 35 años del levantamiento carapintada de pascua
La sublevación carapintada se generalizó el 16 de abril, con el epicentro la Escuela de Infantería de Campo de Mayo, donde Aldo Rico comandaba el levantamiento
Este domingo se cumplen 35 años del levantamiento carapintada de Semana Santa de 1987, cuando militares sublevados, enfilados detrás del teniente coronel Aldo Rico, enfrentaron al entonces Presidente Raúl Alfonsín en reclamo de una “solución política” a las acciones judiciales contra oficiales por las graves violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura cívico-militar.
El 16 de abril de 1987 Aldo Rico encaró el levantamiento que puso al país en vilo hasta el domingo 19, amenazando la democracia al bregar por la impunidad de genocidas -hoy condenados- a nada más y nada menos que cuatro años del fin del período más oscuro de nuestra historia.
Las revelaciones que surgían en los primeros juicios sobre los delitos de lesa humanidad que se habían cometido en la dictadura cívico-militar exponían, además, las responsabilidades de los cuadros medios de las Fuerzas Armadas en el terrorismo de Estado, y el alzamiento carapintada buscaba frenar ese proceso que culminó con la rendición de los sublevados tras la firma de un acta acuerdo con Raúl Alfonsín.
Cronología del levantamiento carapintada
El inicio del conflicto tuvo origen dos días antes del recordado 16 de abril, cuando el entonces mayor de Inteligencia Ernesto ‘Nabo’ Barreiro, hoy condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, se negó a comparecer ante la Justicia Federal por cargos de torturas y asesinatos, y junto a otros 130 militares se amotinaron en el Comando de Infantería de Córdoba.
Aldo Rico
La sublevación carapintada se generalizó el 16 de abril, cuando los amotinamientos se extendieron a otros cuarteles del país, con el epicentro la Escuela de Infantería de Campo de Mayo, donde Aldo Rico comandaba el levantamiento junto a Enrique Venturino, Gustavo Breide Obeid y Juan José Gómez Centurión.
La amenaza al orden institucional llevó a que los partidos políticos mayoritarios, el radicalismo en el Gobierno y el peronismo en la oposición, se mostraran juntos en la defensa de la continuidad democrática. De hecho, en medio del alzamiento, de diputados y dirigentes encumbrados del PJ, como Antonio Cafiero, José Luis Manzano, Carlos Grosso, Oraldo Britos y José Manuel De la Sota, se mostraron junto a Alfonsín en la Casa Rosada.
En ese contexto, hubo una movilización popular espontánea en diferentes puntos del país y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hubo marchas multitudinarias en el Congreso y Plaza de Mayo. En una vigilia histórica, se realizó un recital con artistas como Joan Manuel Serrat, Alberto Cortés, Piero, Nito Mestre, Mercedes Sosa, Antonio Tarragó Ross, Jairo y Osvaldo Pugliese.
Con el apoyo popular y el amplio respaldo político y sindical, liderado por el cervecero Saúl Ubaldini y el metalúrgico Lorenzo Miguel, también empresarial y eclesiástico, Alfonsín participó de una Asamblea Legislativa que contó además con el aval de una multitudinaria marcha que reunió alrededor de 300 mil personas, según consignaron en Télam.
Allí, el Presidente aseguró que “la democracia no se negocia” y llamó a “doblegar el brazo de los golpistas” y se conformó de urgencia un Comité de crisis, que funcionó en la Casa Rosada con la participación del ministro de Defensa, Horacio Jaunarena; el jefe de la bancada de la UCR en Diputados, César Jaroslavsky; y los dirigentes radicales de ‘la Coordinadora’ Federico Storani, Marcelo Stubrin, Leopoldo Moreau, Enrique Nosiglia y Jesús Rodríguez, entre otros.
Aquel Viernes Santo y el Sábado de Gloria transcurrieron bajo una tensión extrema porque la resolución se demoraba, el alzamiento carapintada continuaba, los ánimos de la sociedad se endurecían y multitudes anunciaban movilizaciones masivas hacia Campo de Mayo.
La orden del Gobierno nacional, enviada al general Ernesto Alais, era intervenir con su tropa y tanques desde el comando de Rosario hasta que los sublevados depusieran su actitud. Alais, quien luego fue juzgado por delitos de lesa humanidad durante la dictadura, partió desde Rosario con una columna de tanques, pero nunca llegó a Campo de Mayo.
El domingo de Pascuas Alfonsín viajó hacia Campo de Mayo para exigir la rendición de los sublevados luego de haber firmado entre todos los dirigentes de los partidos políticos un Acta de Compromiso Democrático en la Casa de Gobierno. Ante una multitud en la Plaza de Mayo, el Presidente anunció que se reuniría con los rebeldes, que exigían su presencia para rendirse.
Finalmente, los militares se rindieron ante el Presidente y a las 18.07 de ese domingo el jefe de Estado aseguró desde el balcón de la Casa de Gobierno: “Compatriotas, Felices Pascuas. Hoy podemos todos dar gracias a Dios porque la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”, anunció acompañado por dirigentes de la oposición.