Camila en Rosario: Más allá de la nostalgia

El trío mexicano brindó un show emocionante en el Anfiteatro, en una oda a las remembranzas dosmileras y con temas recientes durante casi dos horas y veinte
El amor y el desamor son transversales a toda generación musical, trascienden modas y tendencias, y siempre tocan una fibra sensible. Lo que va mutando son los sonidos, formatos y maneras de manifestarlo, y Camila ha dejado una huella en el soundtrack romántico de la existencia de quienes hayan transitado los dosmiles en cualquier etapa de su vida. Muchas de esas melodías resonaron por todo el Parque Urquiza en un fresco domingo de Día de la Madre. Ilustrando lo opiáceo, lo bucólico y el ideal del amor romántico, o desmenuzando el desamor de la forma más explícita, Camila conquistó en directo a las miles de personas que colmaron el Anfiteatro. Con destacable profesionalismo y una encomiable capacidad vocal que mantienen intactas sus canciones, los mexicanos brillaron sin pretensiones ni exuberancia, y acompañados de una puesta ambiciosa. En un caleidoscopio de triángulos luminosos que culminaban en la inmensa pantalla del fondo, el escenario simuló ser un portal policromático que combinó estética y movimiento con tecnología de última generación.
“Regresa” se titula el tour y el nuevo álbum de la banda, que lejos del apoltronamiento y el conformismo de bronce, aún tiene mucho que decir en sus nuevas temas. A las 21 horas con puntualidad prusiana, tras un preludio restrospectivo que mostraba imágenes de los inicios de la banda, el escenario se tiñó de rojo dejando ver al guitarrista Pablo Hurtado en el centro, al que se le sumaron Samo y Mario Domm en el explosivo inicio con “Incendio”. Tras un recibimiento con ovación y entusiasmo, los clásicos no tardarían en llegar, así sonaron la desgarradora “Mientes” y la apaciguadora “Abrázame”. Antes sonó “Fugitivos” con el trío unido al centro mostrando una magistral fusión de sus voces y demostrando que la segundas oportunidades existen. Luego de “Dejarte de amar” y el funk “Yo quiero”, cada uno tuvo su momento para lucirse. El show estuvo dividido por interludios con breves videos acerca de la historia del grupo y de cada integrante. El cantante Mario Domm, se ubicó en su piano de cola cubierto de pieles negras permitiéndose interpretar sus composiciones más recientes. Tras librar al público la elección entre una canción triste o feliz, respectivamente interpretó ”Obviamente” y “El resto de mi vida”.
Desde “Bésame”, acelerando a “120”, pasando por lados B como “Entre tus alas”, el show osciló por una marea de pulsiones emocionales en un vaivén constante. La recordada “Perderte de nuevo”, mixturada con “Sin tu amor” y “Restos de abril”, dieron lugar al momento del guitarrista Pablo Hurtado, quien entregó un vigoroso solo de guitarra española precedido por sentidas palabras por el Día de la Madre, antes se escucharon “Nada” y “Me da igual”, ambas de su autoría. A ese momento del show, millones de alaridos se escucharon y miles de lágrimas se deslizaron en el público rosarino, los recitales son un verdadero foco para la catarsis. Con las manos de toda la gente por lo alto a modo de canalización energética sonó “De mi”, anticipando el momento más visceral del show. Camila se aventuró a una canción en zapoteco, invocando sus entrañas mexicanas para luego recibir a los mariachis para dos poderosas versiones de las recientes “Diamantes y amaranto” y “Corazón en coma”. El momento en el que Samo pudo lucir su privilegiada capacidad vocal a solas con el público ocurrió durante la intensa balada “Te lo daría”.
“Decidiste dejarme” es una de los lentos que marcaron a toda una generación, es por eso que hubiese sido más propicio que suene completa en lugar de solo la primera parte compactada en un mix entre “Sin ti” y “Perdón”. Una canción de semejante magnitud no merece pasar desapercibida. Mario Domm se tomó su tiempo para homenajear a la ciudad de Rosario, invocando a la época de los cassettes y a Fito Páez, embajador indiscutido de nuestra cultura en el mundo. En una versión improvisada de “Mariposa Tecknicolor”, el cantante afirmó “Ese señor cambió mi vida, me hizo componer canciones”. Promediando el final el público cantó a gritos desgarrados una ráfaga de clásicos como “Aléjate de mi”, “Coleccionista de canciones”, “Solo para ti” y “De qué me sirve la vida”. De regreso para los bises, un cartel que en colores decía: ‘Hoy amanecí con el deseo de continuar’ invitó a una concisa versión de “Amor eterno”. Para coronar una noche memorable no podía faltar la canción que los expandió a todos los países de habla hispana. Con “Todo cambió” Camila se despidió del público rosarino, aunados en una emotividad recíproca sobrevolando desde el ahora y trascendiendo la nostalgia.
Lucas Rivero