Cardelino en Rosario: Medicina natural

Multifacético, versátil y puro, el artista brilló en La Sala de las Artes. En plan intimista y experimental, sorteando imponderables con elegancia.

El músico uruguayo se lució sin demasiada parafernalia y con genuino talento en la noche de domingo. Una multitud disfrutó de sus dotes de multi instrumentista a lo largo de más de una hora y cuarenta. El público, en un ochenta por ciento femenino, lanzó alaridos ante la presencia del frontman con admirable sex appeal, que con pocas palabras despertaba suspiros. Siendo uno de los primeros cinco artistas uruguayos en llenar un Luna Park, y habiendo tocado en diversos escenarios alrededor del mundo, con la misma entrega y con un brío aventurero, desplegó su ingenio en un crisol de ritmos oscilado entre el afrobeat y el funky carioca. Pasadas las 21:10, se abrió el telón que dejaba entrever un escenario en azul. De pocas palabras y con guitarra en mano, la elegida para empezar fue “Fin de semana”, seguida por “Calma”. Con sutiles modificaciones sobre la marcha el show siguió su curso con “Quien pudiera?”, y la celebrada “Toscana”.

“Zendaya” marcó uno de los puntos cumbre desde el comienzo. Cardelino en la batería brindó un son veraniego acorde al clima. Luego de “Hattori”, a pedido del público sonó “Medicina natural”, del último álbum Sukha. El músico se mostró abierto y dispuesto a interactuar con su fans, respondiendo a cada uno de las muestras de cariño. El pedido más recurrente a lo largo del show fue que se quite la remera, lo cual evadió con simpatía. Sentado a borde del escenario, plasmó la calidez de su voz en “Six flags”, precediendo a algunas odas al desamor como “Niño eterno”, “Una luz”, la melancólica “Café” y “Talismán”. Con músicos del público en escena, se posó en la batería para una sorpresiva versión de “Conversaciones con el techo”. Repetiría la fórmula durante “No precisó pari”, acompañado de cinco mujeres de la multitud convocadas para bailar bachata.

El swing de verano llegó a su pináculo durante “Ahora”, donde Cardelino rompió los esquemas y recorrió toda la platea alta. Para compensar, aplicó una fórmula similar en la parte baja frontal, con un extracto a capella “11 y 6”, de Páez. Luego, para oxigenar, puso las manos al piano para “No molestar”, fuisionada con “La edad del cielo”, de su maestro Jorge Drexler. Sin interrupciones interpretó “Lunar”, llegando a lo más visceral de sus agudos. Dando un giro a la energía, sonó “Coltrane” con solo de batería incluido, y cerca del final, una poderosa versión de “Meteoritos”, seguida por la emotiva “Cursi”. La infaltable “90’s” fue cantada desde el  público, y a pedido del mismo el cierre estuvo en manos de “Manjar”. Cardelino es un artista audaz y necesario, en escala ascendente y con música nueva llegando.

 

Lucas Rivero