Cuarteto de Nos en Rosario: Con las ‘puertas’ abiertas

El grupo uruguayo presentó su último álbum en el Bioceres Arena. En un recorrido ‘raro’, ‘bipolar’ y ‘porfiado’ hicieron vibrar a su público
“Rosario es muy parecida a Montevideo, más que en casa no podemos estar”, afirmó el cantante Roberto Musso cerca del final del show, en el que transmitieron toda su potencia, retroalimentándose del público. El sonido envolvente y de alto voltaje de El Cuarteto de Nos es superlativo, de los más refinados entre las bandas de Latinoamérica, acompañado por una proeza musical notoria y sin afanes de grandilocuencia. Lo ingenioso, lo impredecible se potencia en la propuesta en vivo de la banda uruguaya, con una voracidad esencial que los define, con el desenfado de quien ya no tiene nada que perder y sale al balcón a gritar. Así también lo vive su gente, entre celebración y catarsis, una fauna variopinta donde imperan los veinteañeros, adolescentes y niños con sus padres, mas que adultos de la edad de los músicos. Lejos de la mera pasividad contemplativa, quienes los siguen toman acción inmediata, desde las remeras con las frases más recientes hasta máscaras con el emoji de ‘Cara de Nada’ esparcidos en una marea de gorros de lana rojos. La mística que envuelve un show de El Cuarteto de Nos escapa a toda expectativa.
Más de dos horas de estridencia y avidez musical, donde nada es inocente y todo se libra al azar al mismo tiempo. La puesta en escena está más que a la altura, con tarimas triangulares recubiertas de pantallas y una más inmensa con un recuadro, generando un efecto tridimensional. Puertas celestes se adentraban a modo de caleidoscopio en el preludio, al unísono con la creciente euforia del público que empezó a corear el sample de “Cara de nada”. Siempre es efectiva la fórmula de acompañar el comienzo con algunos hits, como ocurrió con “El hijo de Hernandez” y “Ya no no sé qué hacer conmigo” seguidas por el desasosiego de “Lo malo de ser bueno” y la alegre “Algo mejor que hacer”, que sonaron de aún mejor que en los álbums, una de los mayores meritorias del Cuarteto de Nos.
Con guiño al leit motiv de la presentación de “Puertas”, un conciso video funcionó como prefacio en cada tema del disco, así ocurrió con “El cuarto de Nico”, la poderosa “Esplín”, “Ganaron los malos”, con el escenario teñido de naranja y cyam; y “El perro de Alcibiades”, muy bien contextualizada en el S.V a.c en vieja Atenas. Hay canciones que provienen y alcanzan los lugares más recónditos, y hacia allí también se dirige su público. Fuera de lo habitual se escuchó ”Fiesta en lo del Dr. Hermes”, seguida por “Cómo pasa el tiempo” y la cumbia hardcore “Mario Neta”. El entusiasmo, el enfoque y la energía de los músicos se contagia al instante, y alcanzó su punto cumbre en temas como “Maldito Show”, plasmando la ironía en 3D con efectos especiales de llamaradas de humo y papel picado. “Contrapunto entre humano y computadora”, fue otro de los puntos más ávidos, en una payada freestyle de alcance visionario. Un solo de piano a media luz fuxia fue necesario para oxigenar antes de la emotiva “No llora”.
Las canciones de El Cuarteto de Nos tienen los backstory más insólitos, tal es el caso que alude al Test de Rorschach, que reza en su estribillo: “Solo veo manchas”. Roberto Musso declaró al respecto: “La lámina era la misma, el que cambió fui yo. Y ahí empezó el amor propio”, loable modo de introducir “Me amo”, con burbujas que caían en cantidades y sobrevolaban al Bioceres Arena. Luego de “Cinturón gris”, el cantante presentó a cada uno de los músicos con generosidad y en pie de igualdad. El baterista, Álvaro Pintos, fue el más ovacionados. “Gaucho Power” empuñó su brío superador anticipándose al final con “Invierno del 92”, la más cantada de la noche. La desgarradora “Miguel gritar” llegó para los bises seguida por la aclamada e inoxidable “Yendo a la casa de Damián”, con un epílogo electrónico que terminó de sacudir al público rosarino. “Seguiremos abriendo puertas juntos”, concluyó el cantante, y no quedaron dudas.
Lucas Rivero
FOTOS: @lucasfonsecaph