Cuarteto de Nos en Rosario: Raro, Bipolar y descomunal

La banda uruguaya llenó el Anfiteatro con show de alto impacto de casi dos horas. En un recorrido por su extensa trayectoria ofrecieron un show lejos de lo predecible

Palabras que juegan, sonidos, luces e imágenes se desprendieron de un show que no dió respiro. Ideal para quienes buscan sorprenderse y llegan sin demasiada expectativa, el encuentro con el Cuarteto de Nos es como una bocanada de aire fresco, lograda con oficio y un ingenio musical que transciende las épocas y algunos hits radiales de los dosmiles. En un Anfiteatro repleto, con muchas generaciones cantando a gritos cada canción, la solidez de los artistas irrumpió como un huracán desde los primero acordes intermitentes. Fuera de lo común, de la norma a la que con orgullo reniegan en sus letras, eso mismo se vuelve tangible en vivo, desde el sonido hasta la estética. La puesta en escena fue ambiciosa pero sin afán ampuloso. Tres pantallas en el centro y en lo bajo del escenario con imágenes psicodélicas ilustrando cada tema; y luces que se amalgamaban con flashes y efectos especiales que acompañaban en lugar de distraer. En la parte más cercana al escenario una merea roja de adolescentes y veinteañeros con gorros de lana, con una ansiedad incontrolable que fue saciada minutos después de las 21:15 con el inicio de “Flan”, del reciente “Lámina Once”.

Desde el primer acorde se esclarece el motivo de la proliferación de Cuarteto de Nos y de la euforia que produce en sus fans. La humildad y la destreza musical son cruciales para perpetuarse y sonar aún mejor con los años. Con cuidado histironismo, Roberto Musso desandó un extremo al otro del escenario sin trastabillar una sola coma de temas de acelerado speech como “El hijo de Hernandez”. “Ya no sé qué hacer conmigo” tiene una resonancia a chacarera y demostró haber añejado bien. La virtud de convertir en potencia los mensajes más desoladores, también es algo destacable de la banda, eso sucede en temas como “Lo malo de ser bueno”, la celebrada “Algo mejor que hacer” y “Roberto”. Con crítica sagaz y visceral a los avatares de la cotidianidad y las relaciones humanas, se escucharon con fuerza “Chivo expiatorio”, la recordada “Como pasa el tiempo”, y  “Mario Neta” a ritmo de cumbia. La ironía es una carta fundamental de éstos músicos uruguayos y se lució con avidez en “Maldito show”, con efectos especiales y lluvia de papeles blancos sobre todo el Anfiteatro.


“El cinturón gris” y “Rorschach”, tema clave del último álbum “Lámina Once”, dieron paso a un enfrentamiento inusitado. Sin músicos en escena, Roberto Musso aventó sables dialécticos con una computadora en ritmo de payada gaucha durante  “Contrapunto para humano y computadora”. Luego sonó “No llora”, tal vez el tema más emotivo de la noche, donde el Anfiteatro se convirtió en una marea de luces blancas. Promediando el final, Santi Marrero sumó su voz en “Mírenme”. Previo a las últimas canciones, el cantante declaró: “Rosario es la ciudad más parecida a Montevideo”, desatando una ovación en el público que, acto seguido, recibió las bonanzas del “Gaucho Power”.
“Miguel gritar” con su halo existencial lúgubre en contraste con el ritmo alegre de “Invierno del 92”, produjeron el primer final de la noche. Los artistas regresaron con tres generosos bises: “Buen día Benito”, que fue revestida por los colores de “Nombres”, y para culminar, una versión extendida de la infaltable “Yendo a la casa de Damián”. ‘Porfiados’, ‘raros’, ‘bipolares’ y ‘hablando a los espejos’, el aclamado Cuarteto de Nos va en la cresta del huracán musical que desataron en, hasta ahora, su show más masivo en la ciudad.

Lucas Rivero

FOTOS: Ph Nico Llanos (@nicollanosok)