Día feliz: Las Pelotas se presentaron en el Bioceres Arena

IMG_1502

El nuevo show de la emblemática banda puso el foco en su extensa trayectoria de 36 años, en una nostalgia que abraza un presente prometedor

 Las Pelotas brindaron un espectáculo que no dejó nada por sacrificar ni por complacer. Del órden de lo impredecible y con profesional desenfado, conquistaron al público rosarino como todos los años, ésta vez en un Bioceres Arena que los recibió por primera vez. ‘6×6’ es el leit motiv de la celebración de casi cuatro décadas en los escenarios luego de Sumo, un privilegio del que pocos artistas en el mundo se hacen merecedores, y no podía ser celebrado de otra forma que con la cercanía a su gente que el grupo siempre reivindicó. La magia de Alejandro Sokol aún sobrevuela entre los músicos y en cada acorde, particularmente en “Para qué” donde la emotividad abrazó a cada uno de los presentes, precedida por una concisa dedicatoria “a su compañero de viaje”. Tampoco faltaron los momentos cumbre en los que Germán Daffunchio bajó del escenario y abrazó a su público mientras canta temas como “Personalmente” o “Cómo se curan las heridas” y “Cerca de las nubes” durante los bises en un momento ritual y fraterno. La gente no responde con euforia ni histeria, sino con un respetuoso cariño cantando al unísono con su ídolo que luego vuelve a subir con un shock energético.


“Saben” fue la acertada para comenzar, con un actual brío de protesta, en un estribillo desaforado que el público cantó a gritos. Un show que tiene como excusa la celebración de un aniversario, es una buena oportunidad para revisitar algunos lados B que pocas veces suenan en vivo. Así se escucharon perlas como “Algún día será mejor”, “Nada es real”, “Más de todo”, la pandemónica “Dando vueltas” y “Senaderos”, aclamada por los fans de antaño. Todas las generaciones conviven, se fusionan en el pogo y se confunden aunadas por las melodías de Las Pelotas, desde veinteañeros tempranos hasta mujeres de 50 sin pudor de quedarse en corpiño para sumarse a la cultura del agite. Padres, hijos y abuelos se conectan para dejarse envolver por una de las páginas claves del rock argentino. Con la inmensa pantalla de fondo generando diferentes climas, cada uno de los nueve músicos se lucieron en conjunto con sus momentos de destaque.

 Daffunchio recorrió la escena como su hábitat natural, en movimiento durante la visceral “Víctimas del cielo”, sentado en “Como el viento”, brillando con guitarra en mano en “Sin hilo” y en otras recientes como “Es clara”. Gabriela Martínez, bajista y parte crucial de Las Pelotas ocupa el lado izquierdo de frente al escenario, sonriendo y absorta en el disfrute del público. Luego de “Qué podes dar”, el músico Gabriel Dahbar le puso voz e histrionismo a “Día feliz”, en su afán de invitado permanente y pieza clave de la banda desde sus comienzos. Hizo lo propio también en clásicos como “Veoyover” y “La mirada del amo”. La trompeta se apoderó del sonido durante el momento reggae, donde se escucharon en bloque “Que estés sonriendo”, “Saltando”, y la celebrada “Si supieras”, con la clásica melodía apropiada por sus con el canto dedicado a Las Pelotas. La meliflua “Los dos”, anunció parte de un nuevo material próximo a salir. Con la letra de “Hasta el fondo del río” en pantallas y la luz estroboscópica en “Orugas”, la banda sacó a relucir su costado más crudo y distorsionado. Todo se conjuga y amalgama en el universo de Las Pelotas.

 “Capitán América” fue una de las más esperadas, por lo tanto de las más cantadas, precedida por “Combate” (de los inicios con ‘La clave del éxito’) desató un pogo a la altura de la mística que distingue al rock nacional. Para los bises no podía faltar “Será”, con el riff propio de temas que no envejecen. Fuera de los planes y de la lista inicial se escuchó con fuerza “Ya no estás”. “Bombachitas rosas” y “Shine”, dieron fin a un recorrido vertiginoso como movilizante. En 36 años (“6×6”) es mucho lo que entra tanto como se depura, ‘de caminar y de golpear termina siempre todo de encajar’, tal vez no de la forma más prolija, que por fortuna tampoco es necesaria.


Lucas Rivero

FOTOS: @lucasfonsecaph