Dillom dio un show épico en el Bioceres Arena

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El joven artista presentó “Por cesárea” en Rosario. Voraz, genuino y visceral entregó un concierto icónico.

 Dillom es el verdadero provocador, por decantación natural y fiel a su esencia, sin imposturas. Artaud sostiene, a modo de axioma, que el teatro debe provocar, y los recitales están directamente relacionados con lo escénico. Eso no es tarea simple, es un arte, ya que hay alto riesgo de recaer en lo burdo o en la agresividad porque si, como le ocurre a varios artistas en un fallido y forzado intento de parecer ‘disruptivos’. Dillom por el contrario es el ‘puto amo’ sin ser petulante, sino desde la grandeza que lo sobrevuela por añadidura, como resultado de un arduo trabajo de la canalización de sus demonios.  De gafas oscuras y campera de cuero al inicio con “Coyote”, “Piso 13” y “Mick Jagger”, respondiendo al arquetipo de rockstar; también con peluca, vestido largo y máscara durante “Muñecas”, dando cierta resonacia a los personajes más retorcidos de Fernando Peña; también sin remera y con los labios pintados, evocando las épocas más border de Charly. Éstos artistas allanaron el terreno y enfrentaron la controversia, para que músicos como Dillom illom puedan incluso mostrar sus nalgas al público, como lo hizo en “Ola de suicidios”, despertando euforia.

  El Bioceres Arena se encontraba repleto y a media luz en tonos azules durante una prolongada espera. El pogo de Dillom ocupa el puesto cumbre del ranking de todos los artistas que vienen a la ciudad. Una marea imparable de un lado a otro, de jóvenes entre 16 y 35, cantando a los gritos a modo de catarsis. El comportamiento de público, tanto como el de Dillom, son impredecibles. La banda también lo es desde una destacable solidez musical. Durante una hora y veinticinco, el setlist osciló entre el último disco y ‘Post Mortem’. “Pelotuda”, “La primera” y “Rili Rilli”, mostró al músico recorriendo el escenario de punta a punta, para desembocar en un estado de quietud en la descarnada “Mi peor enemigo”. “Buenos tiempos” produjo un estallido en la gente, al igual que “1312” con el escenario teñido de rojo. Oxigenando y en una apuesta a la teatralidad, con globos blancos en la mano interpretó “La novia de mi amigo”, para luego enseñar un costado más lúgubre con “La carie”.

 “Reality”, “Side” y “Post mortem”, fueron otros de los puntos más intensos del show, que luego se amenizó con guitarra en mano en temas como “Bicicleta”. En contrapartida de lo que se espera en cualquier concierto, Dillom produce el efecto ‘reviente’ en el comienzo, y va apaciguando la distorsión sobre el final, generando una sensación no menos inquietante. “220” fue el tema más cantado por el público, precedido por sentidas palabras de gratitud. “Ciudad de la paz” y “Amigos nuevos”, sentado al borde del escenario, llevaron a la culminación de un show conceptual, con Dillom luciendo lo tatuajes de su torso desnudo y el labial corrido. Con “Reiki y yoga”, el artista salió de escenario dejando la sensación de que el el show seguía. Lo sutileza de lo impredecible, para culminar en la cúspide de las Noches del Lunario.

 

Lucas Rivero

FOTOS: @lucasfosecaph