Divididos batió un récord en el Anfiteatro celebrando sus 35 años

‘La aplanadora del rock’ se convirtió en la banda que tocó más veces en el mítico Parque Urquiza. Durante casi 3 horas brindaron un espectáculo arrollador y alejado de la nostalgia.

Miles de personas llenaron cada espacio de las escalinatas del Anfiteatro durante dos noches seguidas. Son 28 las veces que el icónico trío se presentó allí batiendo una marca que no alcanzó antes ninguna otra banda. Luego de los shows de éste fin de semana queda claro por qué. Divididos es el grupo mas sólido de la escena local, mantienen su vigencia sin afanes de grandilocuencia y con las luces concitadas en la potencia musical ejecutada con destreza. Sin pretensiones, ni búsqueda forzada de excelencia ni refinada prolijidad, Divididos se entregó por completo en un viaje sonoro virulento y variopinto. A las 21:30 horas se encendió la pantalla que acaparaba de forma horizontal un extremo a otro del escenario. La simplificada trama lo mostraba a Mollo sobre una aplanadora avanzando a toda máquina. Allí fue cuando su guitarra esgrimió los primeros rugidos con “Paisano de Hurlingam”. El bajo de Diego Arnedo sacudió las entrañas de todo el público rosarino y los puso a bailar en “Sábado”. Sus trazos vocales en los temas lograron un efecto espeluznante.

En “El 38” el pogo comenzó a alcanzar un punto álgido. La voz de Ricardo Mollo permanece intacta y con la misma fuerza para vociferar los temas. En un guiño a sus primeras etapas sonó “Haciendo cosas raras”, para nada oxidada. Evocando al totémico ‘Narigón del Siglo’ interpretaron “Cuadros colgados”, “Tanto anteojo” y “Casi estatua”, sin detenerse. El ingenio es una de las cualidades más destacables, es el infinito margen de libertad que logra la solidez musical en lo extenso de las más de tres décadas. “Salir a comprar” y “Salir a asustar” se impusieron en la lista y fueron de las más gritadas por el público rosarino. Luego de “Cabalgata deportiva”, se fusionaron con avidez temas como “Azulejo”, “Qué tal?” y “La rubia tarada”, invencible tema de Sumo que se convirtió en el más cantado por el público.

El set acústico o los trazos íntimos son cruciales en lo que propone Divididos en sus shows. Ricardo Mollo se dio el lujo de pasar unos minutos en soledad con Rosario logrando el momento más movilizante de la noche. Una poderosa versión de “Spaghetti del rock” puso a cantar a todo el Anfiteatro. Acto seguido, sonó “Par mil” con la misma fuerza de hace 20 años atrás, dando paso a otro de los momentos cruciales del show. La Orquesta de Niños de Villa Hortensia se sumó para una emotiva versión de “Guanuqueando”, del recordado Ricardo Vilca. Siguiendo de la mano del folklore, llegó el santiagueño Dúo Coplanacu para una versión inolvidable de “La flor azul”, compuesta por Mario Arnedo (también santiagueño). Siendo hora de retomar con  el sentido distorsionado y rockero, Catriel Ciavarella brindó un solo de batería antológico que dio paso a una versión visceral de “El arriero”, de Atahualpa Yupanqui.

“Vida de topos” fue introducida por Mollo con la invitación a acercarse al ‘yo interior’ y distanciarse de las ‘pantallitas que distraen’. Luego, dos gaitas irrumpieron para relucir en la reciente “San Saltarín” y “Crua Chan”, del inmortal Luca Prodan. “Amapola del 66” trajo consigo un homenaje a capella al rosarino Litto Nebbia. Lo mismo sucedió con Pappo en “Sucio y desprolijo”. Promediando el show sonaron uno tras otro “Rasputín” con el mash up final de “Hey Jude”, “Paraguay” y “Ala delta”. Los temas de Sumo son tradición obligada para el cierre de los shows de Divididos, éste aniversario no sería la excepción. “Banderitas y globos” y “El ojo blindado” sacudieron por última vez a todo el Anfiteatro. La aplanadora del rock continúa en movimiento detonándolo todo, la pared de parlantes permanece firme, ‘el 38’ sigue cargado y, a 35 años, ‘todo está vivo a pesar del dolor’.

Lucas Rivero

FOTOS: @cecicordobaph