Don Osvaldo en Rosario: El rock como resistencia
Artífice de la resiliencia y con la música como herramienta de lucha, Pato Fontanet junto a su banda convirtieron a Metropolitano en celebración y trinchera durante más de dos horas y diez.
‘Una revolución sin baile no vale la pena’, sostienen algunos pensadores contemporáneos. Sin rock tampoco. Lo que pareciera haber quedado demodé o arcaico, demostró estar vigente y ser necesario. La auténtica canción de protesta, también introspectiva, y por qué no una caricia a la nostalgia, entre lágrimas, pogo, euforia y comunión, todo se conjugó en Metropolitano como verdadero acontecimiento. Ocho músicos en escena, una lista de temas bien amalgamada que recorrió el repertorio inicial y más reciente de Don Osvaldo, con algunos pasajes de Casi Justicia Social, y las imborrables de Callejeros. Banderas flameando sin detenerse, gente de todo el país que se congregó a modo de tribu para ver a su banda, niños de entre 6 y 12 años sobre los hombros de los padres herendando el rock barrial en su momento de esplendor y cantando a los gritos; todo lo que construye a la esencia misma de un concierto de rock.
A las 21:20 se dejó relucir la puesta de nivel internacional, con pantalla en forma de triángulo invertido en el centro, otras dos a los costados, cadenas gigantes en cada extremo y varios detalles sumados con precisión, tal vez algo recargado. Aún así, el foco puesto en Pato Fontanet, con voz intacta y genuina entrega, sin porte de frontman y reticente al divismo del arquetipo de rockstar. Fiel a su ley. Desde la zona alta al fondo y al lado de la batería, hizo su aparición en “Políticamente correctos”, con el mensaje final de ‘La casta tiene su ciervo’ acaparando las pantallas. En clima más festivo y autorreferencial siguió su curso con “Barrilete”, para detonarlo todo con “Otro viento mejor”, atesorado tema de Callejeros. Durante “Flores por piedad”, comenzaron a elevarse desde los costados dos cactus enormes en tono rojizo que permanecieron todo el show. El primer saludo agradecido del cantante se dio con “Mis latidos”, exclamando un mensaje contundente ante una ‘Rosario resistiendo a las mafias policiales’. Incialemente se lucieron con fuerza algunas canciones de la banda actual, como “Rotos y descosidos”, “El reto” y “Lo que se dice, lo que se hace”, con destacado solo de percusión.
Los temas de Callejeros fueron recibidos con una explosiva felicidad por parte de los rosarinos, e interpretados por Fontanet desde lugares muy tímidos del escenario. “Ilusión” y “Cristal” del disco ‘Presión’, “9 de julio” de ‘Señales’, “Algo peor, algo mejor” y “El nudo” de los comienzos de la banda de Villa Celina; y “Un lugar perfecto” y “Rocanrroles sin destino”, ambas del disco homónimo y con resonancia actual. Mixturadas entre algunos temas de la etapa posterior como “Acordate”, fueron muy bien recibidas también canciones como “Misterios” y “Rehén”. Pato Fontanet casi ni sonríe en el escenario pero se compenetra con las entrañas de cada canción. Así ocurrió con la murga tanguera “Estampita”, precedida por un interludio subliime de piano y saxo recreando melodías de Piazzola. El fatídico suceso del 2004 permanece inamovible pero resignificado, por eso invitó a subir a referentes de la organización ‘No nos cuenten Cromañon’, integrada por familiares, amigos y sobrevivientes de la tragedia. Lo mismo con el referente de La Toma, expresando un mensaje de lucha hacia los trabajadores. Dedicado a las victimas se escuchó “O no”, seguida de una ráfaga de temas de Callejeros, entrometiendo algunas de las primeras de Don Osvaldo como “Dos secas” y “Tanto de todo”. Promediando el final se escucharon “Puede”, las recordadas “Morir” y “Si me cansé”, y para culminar en el pináculo el la emoción, “Suerte”. Los rockanrroles continúan sin destino, like a rolling stone, pero con la misma misión.
Lucas Rivero
FOTOS: Fran Gorozito Bolatti (@ffrangb)