Don Osvaldo encendió Metropolitano

DO - Ph. @billyplantabaja (3)

Pato Fontanet entregó un show movilizante junto a su banda durante más de dos horas y cuarto, donde no quedó nada por demostrar ni por complacer

“Ese será el precio de haber sido uno mismo”, reza a modo de corolario una de las frases de “Mis latidos”, en la voz de un músico resiliente, preparado para todo, de pie y en su propia ley. A veinte años de Cromañón, historia que une a varias generaciones, los temas de Callejeros siguen sonando y los de Don Osvaldo evocan esa misma esencia, cantando contra la corrupción y la injusticia, con compromiso, rebeldía y dignidad. El público devuelve esa respuesta entonando a gritos los temas, una catarsis liberadora que no pierde la alegría, la hermandad y comunión. Una mística que ninguna moda ni tendencia pudo diluir. Banderas, trapos, combis de diferentes lugares del país, y previa frente a Metropolitano. Cerca de las diez de la noche, con una demora considerable pero lógica, se apagaron las luces y se pudo ver en esplendor toda la puesta en escena, con cactus inflables a los costados y revestida de un extremo a otro. Tras una fallida experiencia en diciembre, donde el problema de salud de Fontanet impidió que el show alcanzara los estándares de los esperado, ésta vez redobló la apuesta y lució su garganta mejor que nunca.


“Políticamente correcto” dió inicio al show con un sentido afán contestatario, seguida del clásico “9 de julio” avivando el clima festivo. Los temas de Callejeros potencian la euforia más que los de Don Osvaldo, que aún así no dejan de ser coreados con intensidad. “Siento un pensamiento” y “Flores por piedad”, continuaron con el extenso setlist, seguidas de piezas invaluables de la banda de Villa Celina, como “Ahogados de razón”, “Otro viento mejor”, y “Sueño”, de ‘Señales’, compuesta a poco tiempo de la tragedia. El recuerdo a Pepe Mujica durante “Morir”, el rostro de Pugliese en “Misterios”, imágenes bregando por los derechos de la comunidad LGBT+, la insignia intermitente de ‘Callejeros inocentes’ durante el interludio de “La llave”, y el mensaje en pantallas de que “ningún pibe nace chorro” al comienzo en “Siento un pensamiento”; muestran la cercanía inherente de la música como herramienta de lucha, reivindicando las mismas banderas de hace más de dos décadas.

 Luego de “Rotos y descocidos”, otros himnos como “No somos nadie” y “Los invisibles” pasaron de manera fugaz y fueron de las más celebradas, al igual que “Una nueva noche fría”, de los hits más radiales de Callejeros. La percusión se lució en la crudeza de “Lo que se dice y lo que se hace”, acentuada en “Tanto de todo” y “O no”. Con un guiño al reggae llegó “Armar de nuevo” para oxigenar, seguida por el voraz rock and roll “No volvieron más”. Pato Fontanet expresó una inmensa gratitud por lo ocurrido en el anfiteatro en diciembre, donde el público se apoderó de varias estrofas a causa de la neumonía del cantante. Dedico una versión íntima con  pianista, de “Un lugar perfecto”. Algunos de los temas más escondidos de Callejeros como “Palo borracho” y “Sé que no sé”, fusionadas con posteriores de Don Osvaldo como “Acordate”, se acercaron a clásicos como “Puede” y la infaltable “Ilusión”.

 El final fue precedido por un virtuoso solo de piano y saxo improvisando variaciones sobre “La última curda” de Goyeneche, dando pie a “Dos secas”, seguida por “Prohibido”, la más aplaudida del show . “Suerte”, es la adecuada para cerrar, por lo emotiva y su halo redentor. Pato Fontanet no dejó nada por entregar,con ‘Rockanrroles sin destino’ que continúan vigentes.

Lucas Rivero
FOTOS: Ph @billyplantabaja