Dos Osvaldo se presentó en Rosario a 20 años de Cromañón

El ex líder de Callejeros, Pato Fontanet, se presentó junto a su banda en un Anfiteatro colmado, llevando el rock como estandarte y en pie de lucha

Euforia, mística e incertidumbre. Todo se encontró en una intensa noche de diciembre de un año que no dio respiro, en un buen momento para el desahogo de las más de cuatro mil personas que abarrotaron el Anfiteatro. Un crisol de generaciones se hizo presente en el show de Don Osvaldo, desde adultos mayores que siguen a Callejeros desde sus comienzos y ahora llevan a sus hijos a los conciertos, hasta adolescentes movilizados no solo por la música, sino por la memoria de una de las tragedias más grandes de la música argentina. En éste diciembre que se cumplen veinte años del fatídico suceso, subirse a un escenario es un acto de resiliencia y coraje. A Pato Fontanet se lo vio afectado por la neumonía que lo azotó hace pocas semanas volviendo de España, y buscando energía desde lo más recóndito para continuar el show, hasta con cierta impotencia de no sentirse al cien. No pudo cantar un solo tema entero, y aún así en complicidad tácita, el público rosarino redobló la apuesta siendo parte del show en una auténtica celebración que nada perturbaría.

 

 Los amantes de Don Osvaldo, y del rock barrial en su totalidad son la antítesis del espectador pasivo que va en un afán contemplativo y desde el goce de la observación, el público necesita ser uno con la banda en sentido de hermandad, con la mística de las banderas, el pogo, los cánticos, y la catarsis al cantar cada tema a los gritos. Es por eso que la falta de voz debida a un problema de salud del cantante, no fue ningún impedimento para que la noche llevara por lo alto la esencia del rock. Cerca de las 21:40 y precedido por el disco completo de Patricio Rey, ‘Un balón para el ojo idiota’, se apagaron las luces y comenzó a relucir una escenografía de nivel internacional. Con pantalla semicircular acaparando todo el escenario, otras dos inmensas al constado, sogas puntiagudas bordenandolas y otras dos al frente, los seis músicos tomaron la escena dando pie a “Bienvenidos”. Pato Fontanet fue recibido con una voraz ovación, comenzando con clásicos como “9 de Julio” y “Ojalá que se los lleven”, ambas de Callejeros.

 


“Soy ateo. Para mí Dios no existe pero el Papa (Francisco) si”, expresó el cantante al inicio refiriéndose a su visita al pontífice, también habló de su neumonía e hizo una referencia muy breve sobre los veinte años
de Cromañón, como “la historia que nos une”. Entre las canciones más esperados de Don Osvaldo, sonaron “Flores por piedad”, “Rotos y descocidos”, “Mis latidos”, “Lo que se dice y lo que se hace” y “Vaivén”. De Callejeros se escucharon con la misma potencia de la banda original, clásicos como “Un lugar perfecto”, “Ilusión” y “La llave”. A mitad de la canción, el cantante se retiró abruptamente, sus músicos rápidos de reflejos tomaron el mando en un extenso instrumental con base en temas de los Rodeondos. Al volver, retomó la canción hasta el final. Las pantallas rezaban “Callejeros inocentes” con fondo rojo, dando paso a “Cristal”, “El nudo” y “Tan perfecto que asusta”. Tras una nueva salida, el show siguió su curso con “Dos secas” y “O no”. Aproximándose el final, el público celebró clásicos de la banda de Villa Celina, como “Puede” y “Morir”.

 

 “Una nueva noche fría” se anticipó al cierre, precedida por un solo de saxo y piano en clave tanguera con la melodía de “Naranjo en flor”. Don Osvaldo se despidió con “Suerte”, punto cumbre del show con la canción que corona todas sus noches. La memoria prevalece y la música sigue siendo una trinchera invencible.

Lucas Rivero

FOTOS: ph @aerodigitalrosario