El Festival Bandera volvió a hacer historia en Rosario

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Desde Juanes hasta Divididos, y pasando por Babasónicos, El Kuelgue y Yami Safdie, miles de personas vibraron en el Hipódromo, en una noche repleta de momentos memorables

Más de veinte mil personas ocuparon cada espacio del Hipódromo de Rosario en la sexta edición del Festival Bandera. Tres escenarios, decenas de artistas, múltiples géneros musicales y activaciones que lograron una experiencia inmersiva y expansiva a lo largo de doce horas. Una fauna variopinta que se fusiona aunados por el venturoso encuentro de la música, que no distingue preferencias cuando se va al encuentro del disfrute compartido. Una mezcla entre concierto, pic nic y desfile de modas, donde un crisol de generaciones se encuentra en el pogo, el baile y estribillos universales. El público toma protagonismo sin que las luces estén concitadas únicamente en el artista, de hecho las inmensas pantallas a los costados de los escenarios mostraron los rostros de la gente casi tanto como el de los músicos. Mucho se espera de un evento tan ambicioso como el Festival Bandera, y como resultado esas expectativas iniciales se encuentran con un despliegue y una parafernalia que las superan, todo amalgamado con una prusiana logística y precisa organización para que todo pueda llevarse a cabo de la forma más saludable y efectiva. Niños que lloran de emoción viendo a Yami Safdie, madres que aguardan al show de Juanes, y padres entusiasmados con Divididos. Todos disfrutan de todo, en una grilla musical heterogénea como portales al descubrimiento.

 Desde las 14:30 horas, con un sol fulgurante y un amable viento que  apaciguó logrando un clima favorable, la multitud comenzó a llegar al ritmo de Cabezas de Remolino, quienes llevaron de manera encomiable la tarea de abrir un festival de semejante magnitud y con menos de media hora de set. Al igual que Solca, Ryan y Crema demostraron como pocos artistas que lo bueno sí es breve es dos veces bueno. Uno de los momentos más icónicos se dio desde el comienzo con Marttein, que con su voracidad se apoderó del escenario generando resonancias al costado más salvaje de Iggy Pop. En treinta y cinco minutos y con el sol como único reflector, dejo huella suficiente como para ser uno de los mejores artistas de la jornada. En un marcado contraste, Yami Safdie regaló sus temas más escuchados sentada en una cama de fantasía con barras doradas y ornamentada con flores celestes. “Muchas de éstas canciones las escribí sentada en mi cama”, explicó la artista con look de hada del bosque, es por eso que recreó su habitación en escena y regaló páginas como “+ te vale”, “De nada”, “Querida yo”, “En otra vida”, y una remozada versión de “Tema de Piluso”, de Fito Páez.

 Abanicos, celulares, pilusos y sombreros varios, gloss para los labios y tabaco armado, todo y más puede encontrarse en una marea de gente tan diversa como fervorosa. Sofía Mora cautivó a su gente con los temas más actuales, y Un Muerto Más hizo lo propio desplazándose por el escenario, siendo de los artistas que no piden permiso ni buscan ser complacientes. Coki & the Killer Burritos pusieron a ‘bailar sobre los vidrios del amor’ a rosarinos y visitantes de otras provincias, lanzando con solidez ‘un millón de dólares falsos para hacerlos felices’. Piti Fernández por su parte, se apartó esa tarde de ser la voz de Las Pastillas del Abuelo para fluir en un rato de bluegrass. Mientras, a varios metros en el Escenario Sur, Koino Yokan enamoró a sus fans que cantaron a gritos temas como “Lo que hoy quieras”, “Lejos de todo”, “Me diste la espalda”, “Cada letra que escribo”, entre otras. A su vez, se atrevieron a transmitir el mensaje de Charly en “Nos siguen pegando abajo”, luego de estrenar una canción que a partir del jueves estará en todas las plataformas.


El Plan de la Mariposa marcó uno de los momentos cumbre del festival, donde los hermanos Andersen arrancaron la emoción del público desde el primer instante con “Túnel de la vida”, junto a otras como “Romance con el desapego”, “Es por ahí” y “El riesgo”. Del otro extremo, Gauchito Club con una propuesta más disparatada e ingeniosa entregó hits como “Movimiento astral”, “Vulnerable”, “Encendedor” y “Onliyu” para el final. Uno de los momentos más esperados estuvo en manos de la nostalgia dosmilera, cuando Juanes pisó el escenario recibido con una respetuosa ovación en su regreso a la ciudad veinte años después, manteniendo intacto el porte reverencial de un artista cuyas melodías trascendieron fronteras. Grandes éxitos como “Mala gente”, “La camisa negra” y “A Dios le pido” pusieron a cantar a la gente junto a baladas como “Nada valgo sin tu amor”, “Fotografía” y “Volverte a ver”. Tras un conciso guiño a Soda Stereo con “Persiana Americana”, el cantante expresó: “Sabía de ustedes por Fito Páez, por Messi, he visto fotos, pero nunca conocí a Rosario de ésta forma”.


Divididos suena cada vez mejor y fue uno de los puntos más álgidos de la noche. Durante una hora y media, y palpitando su próximo álbum, brindaron un show demoledor dotado de gran avidez y exquisitez en detalles  sin ser previamente calculados. Desde el inicio con “Haciendo cosas raras”, hasta el final con “Ala Delta”, el power trío pasó por varios trazos de su carrera como “Tanto anteojo”, “Alma de budín”, “Nene de antes”y la emotiva “Spaghetti del rock”, sin olvidar a Sumo en “Crua Chan”. Mientras Mollo se acercaba a saludar a toda la gente agolpada contra la valla, se encendía de a poco el otro extremo para la llegada de Babasónicos, que se atrevieron a canciones nuevas sin prescindir de inmortales clásicos como “El Colmo”, “El loco”, “Puesto”, “Y qué”, “Carismático”, “Yegua” e “Irresponsables” para cerrar. Su puesta fue superlativa desde lo estético con tres prismas acostados suspendidos en el aire, que daban un giro a la escenografía ya establecida. “Cada vez más lindo el festival”, afirmó Adrián Dargelos.

 Cruzando el Charco recibió la fidelidad de su público, que desató el pogo en temas como “Terminales”, y cantó a los alaridos otros como “El trato” y “Lo nuestro tiene magia”. Conociendo Rusia volvió a conquistar a los rosarinos durante una hora repleta de hits como “Tu encanto”, “Loco en el desierto”, “Cabildo y Juramento” y “Quiero que me llames”.  1915 arremetió luego con toda su potencia en un Escenario Bandera que dejaba la vara cada vez más alta, haciendo vibrar a la gente en canciones como “Exteanjero”, “Los años futuros” y “Policía”. Al mismo tiempo, El Kuelgue daba el punto culmine en el Escenario Norte con un sonido envolvente y uno de los pogos más intensos del festival. “Sinoca”, “Chiste”, “Peluquita” dieron inicio, pasando por la infaltable “Parque acuático” y “En avenidas”. Junto al  ‘Ruso’ Sujatovich, celebraron la música de Los Abuelos de la Nada con “Mil horas” alcanzando uno de los momentos más icónicos, para luego palpitar el final con “Cristo es Marquitos Di Palma” y “La curva”, entre la euforia de la gente que “sacó el mono que tenían dentro”.

Dip Deesh tuvo en sus manos el cierre de una jornada memorable en el Parque Independencia de Rosario. En la pasarela central se ubicaron con sus bandejas para producir la magia. Los dos escenarios a los costados encendidos, producieron sin stop un efecto visual expandido y psicodélico, emulando la estética Creamfields. La sexta edición del Festival Bandera marcó un punto cumbre entre los eventos del año en toda la región, dejando mucho para decir y rememorar. Es en los conciertos donde toda la gente ésta envuelta en un halo de felicidad que trasciende lo efímero,  conectada al unísono por una misma melodía, o por muchas en simultáneo, atravesados por el mismo espíritu de disfrute y al encuentro inocente de lo insólito, de que algo los sorprenda. Eso mismo (y aún más) ocurrió en la última edición del Festival Bandera.

Lucas Rivero