El Plan de la Mariposa en el Anfiteatro: La magia de lo inusitado

El Parque Urquiza vibró con las canciones de los hermanos Andersen durante dos horas y veinte. Casi cuatro mil personas colmaron el Anfiteatro cantando a las gritos cada canción. Pogo en las escalinatas, propuesta de matrimonio y un corte inesperado cerca del final, lograron un concierto atípico e inolvidable.

En un concierto con cierto halo consagratorio, El Plan de la Mariposa demostró por qué es uno de los grupos que impera la escena. Con la consigna implícita de dejarse fluir y con una concentración respetuosa brindaron un concierto que trasmutó la energía de toda su gente. El del sábado fue el primer concierto grande realizado en la ciudad, cuyo clima acompañó junto a una organización impecable. Música Zen sobrevolaba en ambiente a modo de antesala a la explosión de energía que se aproximaba. Pasadas las 21:30 sonaron los primeros trazos de una extensa introducción instrumental dejando al público en trance. Al igual que en el Luna Park comenzaron con “Savia”, y no es para menos. Dedicada a su madre, la definieron varias veces como su canción mas importante.

“La vida cura” puso a bailar a todos en el intermedio donde se luce el violín, los brotes sanadores de su música comenzaron a tomar mayor presencia. “Cómo decir que no” y la celebrada “Mar Argentino” continuaron el set list. “Abrime los ojos” y “Domador de sombras” dotaron al show de la habitual mística espiritual que caracteriza su esencia. “El túnel” demostró ser un tema imprescindible en sus shows, que sonó con claridad y abrazadora potencia como todos los demás. Camila Andersen ocupo el centro del escenario y brilló en su voz con un baile en que parecía flotar. La empoderadora “Tesoro escondido” fue una de las más cantadas de la noche, seguida por “El cuerpo sabe” que sirvió para amenizar. Valentín se lució con temas como “Oro de abeja” y “Ella es agua” enganchada sin pausa con “Semilla del alma”. Los solos de guitarra retumbaron en todo el Anfiteatro demostrando ser el músico de mayor proeza musical en la banda.

Los siete al centro del escenario, a modo de fogón con una piedra de sal maximizada, regalaron el momento más movilizante del show. Entre cajón peruano y acústicas sonó “Llega, llega, llega”. Desde un extremo alto y en un momento inesperado sonaron gritos de emoción y aplausos en escala creciente que causaron estupor entre el público de adelante que giraban la cabeza sin comprender. Se trataba de una propuesta de matrimonio en pleno show, y con un soundtrack más que emotivo. “Viajo con el sol” y la visceral “Entrañas”, oda a la reencarnación, fueron parte de éste momento del show. Luego de pie y con power eléctrico, “Romance con el desapego”, tal vez el tema más significativo de El Plan, produjo un estallido entre el público que no paró de saltar. Hubo tiempo también para los Lados B de la banda, mixturados en “Muke le ofrenda azúcar al querido Jagger”.

“La lanza de mi fe” precedió al momento más visceral del show. Sebastian Andersen, voz líder y hermano mayor, vociferó en monólogo su “Recitado febril”, todo un vuelco discursivo acerca de la desidia en la realidad político-social actual. El clamor final pidiendo ‘soluciones’ a gritos, fue el preludio para “Gas pimienta y a brindar”. Las visuales crearon una atmósfera psicodélica por momentos, ilustrando cada tema generando ambientes al unísono con la puesta de luces.

El final estuvo posado sobre “Esquina Impar” y “Un mal delito entre confiar o morir”, a brazos elevados. En pocos minutos y manifestando una inmensa gratitud, El Plan de la Mariposa volvió a escena con una encendida versión de “Incandescente”. La elegida para cerrar fue “El Riesgo”, y en el momento más adecuado sucedió lo inesperado. El escenario quedó apagado por completo durante el estribillo, por un cortocircuito o un gran imponderable técnico. Solo quedó resonando la batería. El público lejos del silencio, encendió las luces de los celulares alumbrando a los artistas que continuaban arengando en escena hasta que se solucione el inconveniente. El estribillo fue cantado a los gritos unas siete veces, hasta que volvió todo a la normalidad para regalar los últimos acordes de la noche. ‘Ese es el plan’, fluir en el desapego llevando música de alto vuelo como arma de transformación.

Lucas Rivero

Fotos: Ph Matías Rodríguez