Fernando Ruiz Díaz expandió el espíritu de Catupecu Machu en Rosario

El artista brindó un show íntimo, voraz y fuera de lo convencional en el Bioceres Arena, recorriendo en solitario los temas más icónicos de la banda y algunas sorpresas
“Entero o a pedazos, pero voy”, no hubo tema más acercado para empezar. Todo lo que propone Fernando Ruiz Díaz en cualquier escenario, ya con músicos o luciendo su mejor traje unipersonal, escapa a lo esperado. El show en el Bioceres no fue la excepción, rompiendo la cuarta pared desde el minuto cero. Austero, despojado, sin pantallas ni efectos espaciales, sin banda y con unas dos guitarras, el cantante rugió en cada tema a lo largo de una hora y cincuenta. Con el público sentado, cantando con entusiasmo y de pie sobre el final, fueron de inmediato parte inherente del show. Lejos del lugar contemplativo y de meros espectadores, el músico se fusionó con la energía de su gente que lo esperaba de hace más de dos años. En una interacción permanente, Fernando Ruiz Díaz pasó de una versión extendida de casi diez minutos de “En los sueños”, a bajar del escenario y cantar entre su gente sin micrófono. De la euforia a las lágrimas, de dilatadas anécdotas a interpretaciones viscerales como en “Más y más” de Draco Rosa, definida como “la canción de amor más grosa del mundo”. Una apología de lo imperfecto, de lo que no pretende ser “pre-fabricado”, sino fluir y conectar de la forma más genuina.
“Rosario siempre me volvió loco”, admitió el artista desde el comienzo, en un show donde se permitió varios lujos personales, como una versión de “Té para tres” de Gustavo Cerati, o de “Seguir viviendo sin tu amor”, de Spinetta. “Éste lugar tiene magia”, dijo Ruiz Díaz en relación al Bioceres Arena. “La primera vez que toqué con Catupecu fue en el Galpón Ocupa”, también recordó antes de estrenar una guitarra de 12 cuerdas con la que brindó dos poderosas versiones de “Plan B: anhelo de satisfacción” y “Cuadros dentro de cuadros”. El público cantó a gritos varias estrofas arengados por el cantante, e hicieron silencio para uno de los pasajes más memorables de la noche. Fuera de lo programado, bajó del escenario y regaló una versión en carne viva de “Puedes”, lado B de Catupecu Machu, que culminó entre lagrimas, sin sonido amplificado y con toda la potencia de su voz. “Rosario para mí es mi Tierra”, expresó emocionado al volver a subir, listo para los últimos temas.
“A veces vuelvo” y “Magia veneno” son clásicos que, si bien todos desean oírlos en vivo, tampoco son imprescindibles en un show como el planteado por el líder de Catupecu Machu. Muy bien recibidos por su gente, se sucedieron uno tras otro pequeños fragmentos de temas a la carta hasta desembocar en “Perfectos cromosomas”, mostrando su costado más complaciente. Un show expeditivo pero no por eso menos atrevido e intenso, tuvo un final a su altura, con “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”, otro de los hitos de Catupecu Machu. Fernando Ruiz Díaz se retiró emocionado del escenario del Bioceres, antes arrodillándose frente a su gente en señal de reverencia. No todo artista logra cautivar al público durante casi dos horas a solas, solo los que tienen en claro lo que proponen y en qué sentido, por más que no haya una lista de temas previamente diseñada. Lo demás ocurre por decantación natural, de la mano de un artista de se atrevió a mostrar de forma pura la vulnerabilidad que lo vuelve invencible.
Lucas Rivero