Francia y Macron, la piedra de Europa
Por Pablo Persig
El 28 de junio de 2019, la Unión Europea cerró el mayor acuerdo comercial de su historia con el Mercosur, que representó un enorme impacto económico para ambos bloques.
Este acuerdo pretendía regresar al viejo escenario en el que Europa y América eran estrechos socios comerciales, y para ello ambas partes acordaron reducir el 90% de los aranceles, facilitar la inversión de empresas europeas en los países del Mercosur, quitar la burocracia que entorpecen las relaciones comerciales, y se establecerán marcos de derecho para permitir una competencia en igualdad de condiciones.
Los beneficios directos sobre la población europea es la bajada del precio de los alimentos, además del aumento en las ventas de productos industriales a Latinoamérica. Por su parte, el Mercosur se vería beneficiado en el incremento de ventas de productos agrícolas, podrán hacerse de tecnología europea a un precio más barato, el acceso a mejores medicinas y productos, y experimentaran un incremento en la inversión de empresas europeas.
Ambas partes se mostraron positivas y entusiasmadas por el acuerdo, sin embargo, Francia aparece en esta parte de la historia como el verdugo del gran trabajo diplomático. El país galo se opuso a firmar el tratado, bloqueando al ente europeo y obstaculizando un acuerdo completamente beneficioso, sumándose a una gran lista de rechazos que Macron promovió. A principios del 2019, Francia bloqueó las conversaciones comerciales con Estados Unidos, enfadando a sus socios regionales; hacia el 2021 amenazó con bloquear el acuerdo comercial de la UE con Australia; y, a fines del mismo año, frenaron un acuerdo entre Nueva Zelanda.
Con estos comportamientos, Macron frena el avance y el progreso de su bloque, representando una gran molestia a sus principales socios y provocando, entre tantas otras razones, el Brexit. El modus operandi de los franceses resulta ser algo absurdo, señalando cuestiones de salubridad y ambientalistas como excusas para rechazar u obstaculizar acuerdos comerciales que permitan un avance diplomático.
La verdadera razón de su bloqueo se origina en una estrategia diplomática denominada “diplomacia Danone”. Hace unos años, la multinacional Pepsico avanzó negociaciones para la compra de la empresa de yogurt francés Danone, lo que despertó alarmas en las arcas nacionales, en donde el primer ministro y el presidente salieron en defensa y petición de “defender los intereses de Francia” protegiendo a la empresa de yogurt francesa ante la compra de Pepsico. Fue tan absurdo el show de los dirigentes franceses, que los políticos europeos en Bruselas comenzaron a burlarse de estos, abriendo el debate de “los yogures estratégicos”.
Con esta movida, Francia demuestra su debilidad por proteger y privilegiar su industria nacional, al punto de llevar su propia economía a quedar comprometida con el desarrollo europeo. En tanto, el acuerdo con el Mercosur representa para Francia un ataque directo a la industria de producción agrícola-ganadera nacional, quienes cuentan con un gran peso en la política. Este sector argumenta que este acuerdo podría llevar a este sector económico francés a la bancarrota.
La presión de los lobbies en Francia son la principal razón de las excusas sin sentido que este estado pone para impedir la concreción del tratado, ya que un escenario de competencia no le es favorable al sector de producción de alimentos ganaderos francés, principalmente, que desea continuar con su reinado monopólico en el país galo.
Por su parte, Josep Borrell, representante de Asuntos Exteriores de la UE, pidió que 2023 sea “el año de América Latina en Europa” y “el año de Europa en América Latina”, lo que señalaría que el tratado estaría próximo a concretarse. Sin embargo, Francia debería renunciar si o si a sus intereses políticos particulares y apostar por el “proyecto europeo”, como tanto dice Macron, lo que nos trae la siguiente duda: ¿Francia podrá romper con sus lobbies ganaderos o sucederá otro Brexit en caso de que perdure con sus intereses?