Guasones vistió a Rosario de rock and roll

La banda liderada por Facundo Soto demostró su vigencia una vez más tras veinte años de trayectoria. Con entradas agotadas hicieron saltar y cantar a todos los rosarinos durante casi una hora cuarenta repleta de hits

La Sala de las Artes estaba repleta. Desde hacía semanas no quedaba una sola entrada para el recital, y es lógico, ya que a día de hoy no son muchas las bandas que proliferan y puedan mantener esa euforia latente en el público conquistando nuevas generaciones. Muchos jóvenes de veinte que posiblemente iban a la primaria cuando temas con “Down” o “Reyes de la noche” encabezaba los rankings, ahora ocupaban el epicentro del pogo. A cada uno de los integrantes se los nota maduros en todos y el mejor de los sentidos, sobresaliendo Facundo Soto y su ineludible parecido al stone Ron Wood. Con gafas oscuras y lookeados de negro, cerca de las 21:15 se apoderaron del escenario al grito de “Buenas noches Rosario carajo!”, dando pie a los estridentes acordes de “El huracán”, muy bien secundada por “Fui silbando”.

El pogo intenso se desató con “Heaven or hell”, en donde comenzaron a volar algunas latas vacías de cerveza por los aires. El escenario se vio austero en la puesta, nada más necesario y acertado, en un juego conceptual de luces cálidas y frías que pusieron el foco en la ejecución de los instrumentos y mantener el lo alto la esencia del rock and roll. “Pobre tipo” y “Espejo roto” respondieron a la primera parte del plan. Luego, el desamor más catártico tuvo su momento con “Me estás tratando mal” para luego desembocar en el clásico dosmilero “Down”. Elevando la energía sonaron con fuerza “Estupendo día” y “Ya estoy subiendo” para dar paso a la emotividad en canciones como “Todavía”, no muy habitual en vivo, y “Canción para un amigo”, interpretada con desgarro. Lo mismo hizo el público rosarino.

“Desireé parte II” es uno de los fetiches del setlist de Guasones, de las infaltables. El rock and roll continuó pisando fuerte con la sencilla y pegadiza “Leila”. Para amenizar sonó, acto seguido, “Del olvido” en clave acústica. La hora de los hits no iba a tardar en llegar: “Tan distintos”, “Pasan las horas”, con ciertas reminiscencias melódicas a Calamaro; la movilizante “100 años” y “Cómo un lobo”. La ferocidad de la banda se perpetuó en  “Farmacia” y se recrudeció en “Infierno blanco”. La euforia de los rosarinos fue creciendo para explotar en “Reyes de la noche” palpitando el final. “Gracias” fue el último tema, que produjo ansias de otro más. Sin embargo, Gusones demostró que aún continúan pisando fuerte en la escena del rock argentino y, sobre todo, que el sonido y la fuerza de la música y su estilo trasciende cualquier moda o tendencia.

Lucas Rivero

FOTOS: Ph @cecicordobaph