Iván Noble en clave íntima y total desenfado
El artista logró conmover a Rosario en un concierto emotivo, de pocos instrumentos y fluctuantes melodías. A piano y guitarra durante una hora y cuarenta y cinco, La Comedia se encendió con un ícono de la música nacional.
En plan austero, minimalista, y despojado de tendencia, Iván Noble demostró con ingenio y pureza su costado más genuino. Sin apelar a ninguna opulencia ni parafernalia visual invasiva, con telón negro de fondo, luces transformándose con sutileza, y escasos instrumentos, un verdadero artista puede desmostrar por qué profiriera en los escenarios durante casi treinta años. A las 21:25 los primeros sonidos del piano comenzaron a resonar en el teatro en manos de Ruben Casco, con una versatilidad destacable. Iván noble ingresó con comodidad de camisa blanca y corbata negra. Conservando el sex appeal de rockstar maduro, y despertando suspiros en varias rosarinas, entregó la primer postal tocando una fibra sensible con “Me apagas”. Acto seguido, evocando su génesis solista y con un sesgo desgarrador, sentado con guitarra en mano sonó su primer hit: “Un minuto antes de dejar de quererte”. La atmósfera intimista y el concepto del show había sido esclarecido y “Lágrimas de Cabernet” sumergió más al público en trance.
“Otro jueves cobarde” es de las imprescindibles, no solo de los setlist de su show sino también de la música en habla hispana. Pocos temas se escucharon de Los Caballeros de la Quema, pero resultaron efectivos como “Sapo de otro pozo” y “Fulanos de nadie”, tal vez la más cantada. El foco estuvo puesto en el presente, o en los últimos tiempos post pandémicos, por eso sonó “Fango”, que rememora el aislamiento solitario de la peste. “La mujer que le destrozaba las noches”, del disco ‘Nadie sabe dónde’, sostuvo el clímax permitiéndose el lujo de tocar aquellos lados B que jamás serán hit y quedan en un falso olvido. “La chica que nadie saca a bailar” elevó la potencia y fue el más rockeado de la noche. Los alaridos finales de Iván Noble a modo de rugido retumbaron y remitieron su espíritu de los noventa.
Invocando a sus influencias, como Spinetta y Sabina, llegó “Arcoíris roto”, grabada a dúo con León Gieco. Nuevamente en gala al desamor y los divorcios, una versión más alegre de “Parte por parte”. Luego “No te molestes en quererme” y “A duras penas”, se sumó Benja López Barrios para acompañar con solidez en guitarra y coros en los últimos tres temas: “Dame un motivo”, “El chico de los mandados”, movilizante balada escrita para Julieta Ortega, y la inconfundible “Olivia”. De regreso y al borde del escenario, desde sus intersticios, el artista regaló una profunda versión de “Bienbenito”, dedicada a su hijo. El final fue predecible pero necesario, en éstos tiempos nunca está de más una canción como “Avanti morocha”, cantada con emoción por todos los que colmaron el teatro La Comedia. En plena era de sobreinformacion, de pantalla constante y virtualidad incesante, Iván Noble convirtió a su música, desde éste espectáculo, en una verdadera trinchera.
Lucas Rivero