Jorge Drexler a los pies de Rosario
El artista uruguayo regresó a la ciudad luego de 5 años para brindar un exquisito e ingenioso show, entregando excelencia musical durante casi 2 horas y cuarto, con músicos de primer nivel y la sorpresa de Conociendo Rusia
“Buenas noches Rosario, tierra de músicos y músicas”, fue lo primero que exclamó Drexler al pisar el escenario recibido con ovación y de blanco impoluto. De rodillas hizo la primer reverencia. Con una puesta en escena cuidada y austera se lució la creatividad y la astucia de producir asombro sin necesidad de mucha parafernalia. Metropolitano estaba repleto y expectante, no era para menos. A las 21:29 el preludio introdujo una noche extensa marcarda por diferentes pasajes emocionales al unísono. A través del audio subtitulado por una científica venezolana (y prima suya) acerca de la génesis del amor y el sexo en las primeras eras, sonaron las primeras notas de “El plan perfecto”.
“Deseo” continuó con el escenario vestido de violeta y movimiento de luces oscilantes. La banda compuesta por 4 hombres y 4 mujeres de diferentes países se escuchó impecable demostrando un sólido talento. “Somos conscientes que estamos en una ciudad llena de música y de inspiración. Que me recuerda a mi ciudad, Montevideo”, expresó el artista con genuino cariño antes de “Transporte” y “Cinturón blanco”. La energía comenzó a elevarse. El público se mantuvo respetuoso y solemne, contemplando el show sin cantar a los gritos ni exaltaciones. Sin saco y haciendo palmas con los pies, ‘desde la tierra’ a pedido de Drexler, se desmitificó el amor de ‘medias naranjas’ con “Corazón impar”. Por el lado contrario sonó un tema anterior llamado “Fusión”. Después, haciendo gala a un costado Freudiano, se escuchó “Universos paralelos”.
“Me haces bien”, considerado por el mismo su primer hit, es uno de los imprescindibles de Jorge Drexler. Fue uno de los más cantados en una versión más fresca y remozada. Allí imperaba la base de batería electrónica en lugar de guitarra acústica como en la versión original. Otros de los temas más coreados fue “Inoportuna”, donde la pianista oriunda de Barcelona resaltó con un solo de marcado virtuosismo. A solas con su guitarrista y apelando a la ironía (recurso poco frecuente en sus canciones), “Oh algoritmo” mostró el costado más performático del cantante en interacción con las formas que se proyectaban en la tela de fondo mientras ponía a cantar al público. En ambiente intimista y más despojado interpretó “Tinta y tiempo”, que da nombre al disco y fusiona zamba, baguala y bulerías a escenario teñido de rojo. Acto seguido con halo ranchero fundido en dueto junto a su corista Myriam, regalaron una aterciopelada versión de “Asilo”.
Uno de los momentos más destacados del show sucedió cuando Mateo Sujatovich, frontman de Conociendo Rusia, interpretó junto al cantante una sublime versión de “Salvapantallas”, muy aclamada por el público. En un concierto de Drexler suceden muchas cosas todo el tiempo con armonía, conexión y simpleza. Si algo más se puede reconocer del músico es la humildad y la calidez que realza su grandeza como figura artística. Quedó evidenciado en los momentos de interacción con la gente cuando mostró apertura a que le pidieran alguna de sus más de 250 canciones.
“La trama y el desenlace” fue la elegida e interpretada a solas con su guitarra en un extremo del escenario. En la misma sintonía, cambiando palmas por chasquidos sonó “Pongamos que hablo de Martinez”. Una despojada y aggiornada versión de “La edad del cielo” irrumpió en el escenario como una bocanada de aire fresco, seguida en mash up por “Mi guitarra y vos”. La sensualidad luego se hizo presente en canciones como “Tocarte”. La gala a sus raíces a modo de homenaje se marcó con “Bolivia”. Uno tras otro sin stop promediando el show, se escucharon “Silencio” y “Telefonía”, con la tersa voz de Drexler enseñando su costado más versátil.
Lo más movilizante y emotivo llegó en el final con la canción “Sea”, dedicada a Mercedes Sosa y con todo el público rosarino de pie cantando a viva voz. A los pocos minutos, el músico volvió al escenario para darse el gusto personal de cantar “11 y 6”. Antes de despedirse puso a todo Metropolitano a bailar con sonidos tribales en “Bailar en la cueva” y “Movimiento”, trotando alrededor del escenario y jugando con el acercamiento entre luces y sombras proyectadas en el fondo, sutil resonancia con Peter Gabriel. “Todo se transforma” fue la más acertada para cerrar con la vibra por lo alto. Jorge Drexler entregó su mejor versión de todas las veces que visitó la ciudad y volvió a arrodillarse ante su público. Rosario le devolvió la reverencia.
Lucas Rivero
FOTOS: @cecicorbobaph