Koino Yokan agotó la Sala de las Artes

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Por primera vez el dúo brindó una función  completamente agotada en la ciudad. Un show potente, sólido y complaciente

Cientos de personas colmaron cada espacio de la mítica esquina de Suipacha y Güemes para corear a los gritos cada uno de los temas de Koino Yokan, que declararon sentirse rosarinos. En sus frecuentes visitas en los últimos años los conciertos fueron respetuosos y a la altura de la expectativa de sus fans, ésta vez la energía y la entrega fue superlativa y se mostraron más consolidados. Melodías acogedoras y que se impregnan fácilmente, sinfonías adolescentes y un manto de calidez que invoca la calma y reivindica lo esencial. “Planeamos un show que sea como un choque: intenso y breve”, explicó el cantante Tomás Otero promediando en show, sin embrago se extendió un poco más de una hora y media entre interacciones, canciones a la carta, y algún desmayo que obligó a la interrupción de uno de los temas, aún así el concierto que regaló el consagrado dúo se vivió fugaz y con en entusiasmo que retroalimentó su público. En vísperas de un nuevo disco que verá luz los próximos meses, sonaron algunos temas nuevos combinados con hits en un setlist de más de veinte canciones.

Lo más destacable de Koino Yokan es lo impecable del sonido en vivo, que alcanza a sonar de manera fidedigna al disco, incluso con mayor vuelo creativo, que permite varios momentos en los que Jere Oro se lució con solos de guitarra bien amalgamados a la banda que los acompañó con destreza y gran enfoque. En la Sala de las Artes sobrevuela una mística que en pocos lugares de la ciudad existe, es por eso que ningún concierto allí pasa desapercibido, ni al olvido. Con elegante demora, a las 21:10 horas el dúo entró lentamente al escenario recibidos con un estruendo de alaridos. “Aunque solo sea una” y “Lejos de todo” fueron las que dieron comienzo a un show que pretendía ser conciso. “Ey” dio un guiño a los temas más recientes, al igual que “Cambiando la mirada”, escrita por el cantante para su hijo Vicente y estrenada en clave acústica en junio del año pasado y en ese mismo lugar. “Me diste la espalda” dejó de estar para el final y fue cantada con entusiasmo al igual que “Para vivir mejor”, con una acentuada vibra de fogón. El momento reggae con el escenario teñido de rojo llegó con “Nada más que vos” y “Lo azul de mi”, sin stop.

“Todo el día así” siempre alcanza el clímax de emotividad siendo la más cantada del show. “La danza” invitó a la profundidad del set acústico que invoca los comienzos del dúo. A pedido de la gente interpretaron su tema más reciente, “She says”, fuera de los planes e inspirada en el libro “Poeta chileno” de Alejandro Zambra. También a pedido de una niña de la parte alta tocaron “La danza del espacio tiempo”. “Ojalá mi hijo sea como voz”, le dijo Tomás Otero para luego sentarse al piano para una sentida versión de “El sur”. Sin sus camperas de cuero y con mayor frescura, sonaron temas como “La solución”, “Lo que va a venir”, la adolescente “Me siento en primavera” y la desoladora “La trampa”. Alcanzando el momento culmine, “Al brillo del amanecer” regaló una cuota de reggae dulce, seguida por “La coincidencia” y la infaltable “Lo que hoy quieras”. Cantada a los gritos por sus fans, “Cada letra que escribo” puso fin al show más icónico de Koino Yokan en Rosario, con melodías que van en escala ascendente y nuevo material cerca de fin de año


Lucas Rivero

FOTOS: @giulia.ant