La Trova Rosarina y Lito Vitale celebraron a la democracia en El Círculo

Emoción, nostalgia y un refulgente halo de provenir. La Trova brilló durante dos funciones repletas en una noche, reivindicando la música propia y de diversos artistas durante más de una hora y cuarenta y cinco.

Conectados al unísono y vibrando en sintonía con las miles de personas que llenaron la sala más emblemática en dos funciones consecutivas en un día, la Trova Rosarina movilizó fibras sensibles más allá de las melodías y las letras. En un contexto ajetreado y de opiniones adversas, ningún mejor antídoto que la música para aunar las voces en la venturosa y desmesurada travesía de las canciones elegidas para ésta gira, que no es una más. Lito Vitale se lució dirigiendo la orquesta con suma maestría al frente de su piano rojo en el extremo izquierdo del escenario. Con exquisitez en las armonías y meticuloso en los arreglos revistió la esencia de cada canción, respetando su matriz esencial. El telón se elevó con timidez para dejar ver la puesta en su totalidad. Un espectáculo de luces bien articulado y generando climas que no permitían demasiada distracción. De fondo una orquesta de más de siete músicos, y en el frente las voces principales que hace más de 40 años están en movimiento. Baglietto y Silvina Garré en el centro, al lado de cada uno Fabian Gallardo y Rubén Goldin, sumando a Fandermole y Abonizio en cada extremo. Todas las voces sobre la base del silencio comenzaron con “Actuar para vivir”, tema compuesto por Fito Páez en sus comienzos con la Trova cuando tenía menos de 20 años.

La voz de Baglietto se mantiene vibrante y envolvente, mejor incluso que hace 40 años. En sus manos estaba casi la totalidad del tema de inicio. ‘Qué más hacer en ésta Tierra incendiada sino cantar?” reza la siguiente canción de Fandermole, como oda a la resistencia. El público entre emocionado y suelto gritó el estribillo de éste tema. Los vientos se lucieron en “Los días por vivir”, tema de Gallardo del disco ‘Modelo para armar’ sosteniendo la alegría del público con resonancias a la democracia recién (re)nacida. Antes de reversionar en conjunto su tema “Cuando”, Fandermole llamó a “Sostener la democracia incluso en sus aristas más frágiles ya que es permeable a la mentira sistemática”. “Cerrar la puerta no es ninguna solución” sostiene Goldin con su privilegiada voz en “Sueño de Valeriana”,como ‘centinela en pie de guerra’, contagiando al público esa misma energía.

Así llegó en momento de ellos dos: Juan y Silvina. Oír esas voces amalgamadas conmueve y fascina. “En blanco y negro Buenos Aires” se apoderó de la escena. Explorando horizontes e innovando, Baglietto además de celebrar a los autores rosarinos, alabó composiciones de otros artistas “que merecen ser de Rosario”, de forma, con arreglos carneados por Lito Vitale, se escucharon “Spaghetti el rock” de Divididos en dúo de Abonizio y Goldin, y“Razón de vivir”, obra maestra de Víctor Heredia en las manos de Fabián Gallardo y Fandermole. Si se habla de democracia no puede faltar un tema de “nuestro adorado y querido Lito Nebbia, el padre del rock”, como lo definió Silvina Garré antes de una profunda y solitaria versión de “Nueva zamba para mi Tierra”. Volviendo en conjunto a la época de Malvinas, interpretaron una tras otra algunas canciones del primer disco ‘Tiempo Difíciles’. “De regreso Mirtha”, “Era en abril” nuevamente en conjunción de Baglietto y Garré en conexión espiritual, y “La vida es una moneda”, una de las más cantadas de la noche.

En recorrido por la historia del rock argentino en el retorno a la democracia, hicieron gala de algunos temas. Goldin lució al máximo su voz con “Maribel”, Baglietto se aventuró sumándose a “No soy un extraño” de Charly. En fusión final con el estilo de Santana y guiños a “Raros Peinados Nuevos” fue una de las rarezas más logradas del show. Sin duda otra de las gemas más refulgentes de la noche fue la versión de “Todos los días un poco” de León Gieco. Promediando el final cada uno se tomó su tiempo para brindar una reflexión acerca de lo que significa mantenerse unidos a lo largo de cuatro décadas del retorno de la democracia despertando lágrimas y aplausos. Lo dijo Silvina: “La Trova es un movimiento musical y poético, muy original”, honrando sus raíces llevaron por lo alto a “Tema de Rosario” de Lalo de los Santos. Para el primer final se escucharon dos joyas de Abonizio: “Historia de Mate Cocido” y “El témpano”. El público no los dejó ir, por eso regresaron a sus lugares para una inédita versión de “Nuevo tiempo” de Iván Lins, seguida por “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Fito Páez. A la Trova Rosarina aún le queda mucho recorrido alzando la “séptima voz”, como señaló Fabián Gallardo, que no es la voz de cada uno de ellos sino la voz de todos.

Lucas Rivero

FOTOS: Pablo Vila