Manu Chao en Rosario: Pase lo que pase, sea lo que sea

El músico lució su mejor traje acústico en el Anfiteatro. Canciones inoxidables, reclamos y protesta en pie de lucha, invitados rosarinos y la mística latente de uno de los artistas más influyentes de la música en español.

¿Qué artista logra cautivar a su público con un show acústico de dos horas y media?. Casi ninguno. Manu Chao sea tal vez de los pocos que pueda con esa misión y convertirlo en algo superador. “Pase lo que pase, sea lo que sea, próxima estación: Esperanza”, exclamó más de una vez al unísono con su gente. Es poco habitual ver un pogo tan encendido en un concierto acústico en el que no se sabe cuándo empieza y termina cada canción. Las escalinatas repletas corearon con vigor cada canción y se sumaron al viaje propuesto por Manu Chao, planteado como un juego y sin expectativa más que fluir en los sonidos, en plan austero sin demasiada parafernalia. Una bandera en lo alto del escenario expresaba: “Somos Humedales”. De ésta forma, antes de comenzar el show, un Integrante de la Multisectorial “Humedales”, alzó la voz en un reclamo por la ley y el respeto por la naturaleza. De la misma forma lo hizo Milton, de barrio Ludueña pidiendo justicia por Pocho Leprati. Son muy pocos los artistas que dan lugar y espacio tangible a éstas manifestaciones, utilizando la música como herramienta de lucha y en defensa de la cultura.


“Vuela libertad y ábreme camino” expresa de la forma más pura “Vecinos en el mar”, bien elegida para el inicio a fuego lento de un show acústico. Junto a dos músicos, uno percusionista y el otro multinstrumentista, se dio paso a “Todo llegará”, las voces del público comenzaban a tomar diferente matiz. “Algundiavacaer” cantaron luego los ‘Musicarios, asesinos de rumba’, como él tituló a la banda que lo acompaña en ésta gira. “Me llaman calle” y “La vida tómbola”, con odas a Diego Armando Maradona, mostraron una vibra refulgente en el cantante en conexión con su gente. Manu Chao logró lo disruptivo de la estructura standard de un concierto haciendo que  todos los temas se amalgamen entre sí, generando un único lazo. Sin saber cuándo termina uno ni comienza otro, se sucedieron varias canciones que sostenían una celebración desde la lucha. “Me quedo contigo”, “Huelga de amores”, “Eu beijei o sol” fueron dando paso a uno de los mensajes más contundentes: “Fuera motosierra”, exclamó el cantante. “Circo caliente”, “Libertad” y “El tren se fue”, se escucharon una tras otra sin respiro. A ese momento ya se había sumado una trompeta que ampliaría el cuadro en un sonido envolvente.

“Malegría”, al igual que los demás temas, sonó pujante, dando paso a otra de las estaciones de éste recorrido acústico. La muy esperada “Mala vida” y el guiño romántico de “Yo no podía sin ti”, seguida por “Mi vida”, amenizaron y oxigenaron un poco para no recaer en un mal vicio monotemático. “La despedida” y “Luna y sol” se fusionaron y avivaron nuevamente la llama festiva. Cerca del primer final, “Mr Bobby” con “King Of Bongo”, en una versión extendida, hizo delirar a los rosarinos. Con invitados de la ciudad, algunos integrantes de vecinales, se lucieron haciendo freestyle con rimas consonantes y el espíritu en hermandad. Hubo varias salidas y retornos del cantante con su troup, parecía no saberse cuándo terminaba el show, y esa incertidumbre mantenía al público más entusiasmado. “Clandestino” es otra de las infaltables, al igual que “Bienvenida Tijuana” o “Desaparecido”. Aún así, hubo otras como “Vagabundo de las calles” en mixtura con “El viento” o la sublime “Romerito verde”, que atraviesan otras fibras. “Tú no tienes la culpa mi amor que el mundo sea tan feo” se cantó a los gritos en “Lágrimas de oro”, tema clave de Manu Chao por antonomasia. Seguida de “Cómo que no”, con “La primavera” llegó a penas una parte del final de un atípico show en el loop pegadizo de “Me gustas tu”. ‘¿Qué horas son, mi corazón?’, no tiene relevancia. La sensación de ausencia de tiempo es uno de los poderes curativos de la música. El concierto de Manu Chao tuvo algo más allá: una mística ritual, en comunión y alto vuelo.

Lucas Rivero

FOTOS: @cecicordobaph