Marilina Bertoldi en Rosario: Es poderosa

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La artista presentó “Para quien trabajas” en La Sala de las Artes con un show disruptivo, provocador y fuera de los canones estándar

   A la vanguardia, sin deberle nada a nadie, sin afán de agradar ni imposturas, Marilina Bertoldi brindó un show de alto impacto en la emblemática esquina de Suipacha y Güemes. Reticente al cliché y atrevida, la artista conquistó al público desde el minuto cero en que se descorrió el telón. Durante una hora y media, Marilina logró lo inusitado: mantener al público en estado contemplativo y sin celulares de forma permanente. Es casi imposible que en cualquier show no se vea una ráfaga de celulares queriendo capturar impresiones para compartir la experiencia o, en la mayoría de los casos, saciando una necesidad exasperada de demostrar que se estuvo allí. Muy por el contrario, el público de la Bertoldi estuvo conectado de forma fiel con lo que ocurría en el escenario, cantando a gritos quebradizos en una oda catártica cada una de las letras y completando el disfrute con un pogo que no es salvaje, sino una marea hacia los costados de un extremo a otro. Disidencias y varias generaciones, con una mayoría que oscilaba entre los 20 y 30 años, se fusionaron en un mensaje artístico y político, inherentes el uno del otro.

 En un concierto de Marilina Bertoldi todo es atípico. La puesta escenográfica fue medida y despojada de pretensiones superfluas ni distracciones, para que las luces estén concitadas en la voracidad de las cuerpos y el la potencia arrolladora de la música. Varias cortinas blancas brillantes de fondo, un acertado juego de luces, y una humareda espesa entrando por el fondo, fueron lo adecuado. Tres músicos que sonaron como un huracán la acompañaron a la par, ubicada en el extremo derecho al frente para no cubrir a ninguno, a la inversa de la formula convencional que ubica a la voz líder en el centro de la escena y el resto al costado o detrás. A las 21:30 horas se escucharon los rasguidos de la guitarra en los acordes de “No quieren más mi rock and roll”,  mientras la artista yacía agazapada en un tímido extremo del escenario a contraluz. Tras el breve interludio big bang, comenzó a desplazarse al ritmo de “Para quien trabajas” y “Autoestima”. Rulos alborotados y libres, gafas oscuras, tapado de cuero con bordes de piel blancos, con una única luz blanca que la apuntaba desde el bajo extremo opuesto, arrodillada en el suelo, bailando y torciéndose, Marilina Bertoldi se dejó poseer por sus melodías.


Guitarra en mano entregó la reciente versión de “Me vuelvo cada día más loca”, seguida por “Siglos”. El recorrido fue variado y uniforme por todos sus discos con casi todas las versiones originales. De remera amarilla y pantalón rojo cantó “Es poderoso”, dando paso al brío rockero de “La cena” y “Pucho”. Recitando entre suspiros, en tonos graves, con los agudos más acentuados, Marilina escupió sus verdades al unísono de toda su gente. El costado más chill y melifluo del espectáculo estuvo en manos de temas como “Por siempre es un lugar”, “Remis” y “Enterrarte”, para luego volver al mood habitual con “Bajan de día de noche esperan”. La cantante lució sus botas con brillantes azules alzando las piernas desde el suelo en el inicio de “El gordo”, la mas cantada por el público. Con el escenario teñido de azul en un contraste bien definido con el rojo que apuntaba a la artista,  sonó la distorsionada “O no?” seguida por “La casa de A” y “Correte”. En “Sexo con modelos”, la energía de Marilina y se recrudeció junto con la banda, soltando los agudos más hard core al grito de “Somos la muerte de un ciclo”.

 

 

 “Cosas dulces para decirte”, “De caza”, “Amanecen ocasos” y “Racat” rugieron con crudeza y sin stop. En pleno escenario, Marilina se sacó la remera y la cambió por una blanca que rezaba en mayúsculas negras: “ojalá se muera tu abusador”, durante “MDMA”. Sin bises ni ‘última canción’, la artista culminó con el desenfado más provocador, en corpiño negro y fumando con el halo sombrío de “Mounstros”. A paso lento se dirigió hacia el vértice derecho del escenario, donde levantó los brazos en señal de victoria con el reflector a sus espaldas. Marilina Bertoldi sí que sabe cómo da un buen show, sin recurrir a fórmulas estándar y burlando al cliché


Lucas Rivero

FOTOS: @giulia.ant