Morat se presentó por primera vez en Rosario

Dos noches repletas en Metropolitano, una puesta internacional, dos horas de show, y la euforia de miles de fans marcaron la gira “Asuntos pendientes” en su recorrido por Argentina.
Todos tenemos ‘asuntos pendientes’, y el de Morat era visitar Rosario. Con una prolífica carrera y varios hitos consagratorios alrededor del mundo, ningún artista internacional puede privarse de visitar una de las plazas musicales más destacadas de Latinoamérica. El público rosarino es particularmente fervoroso y demostró en éstas dos noches ser particularmente sentimental. Las miles de almas que colmaron Metropolitano, cantaron cada tema a gritos desgarradores, dejando rodar las lágrimas sin pudor, sin privarse de bailar y hasta de un medido pogo en acotados momentos. La banda colombiana produce ese entusiasmo, desde un cuidado profesionalismo que los hace sonar de manera impoluta en directo, de forma fidedigna a sus discos. Con un opulento juego de luces, una inmensa pantalla por lo alto acaparando cada extremo y otras dos al costado transmitiendo el show, el escenario se completaba con un juego de tarimas y plataformas recubiertas en pantalla que generaban una efecto tridimensional, produciendo diferentes ilusiones ópticas como si por momentos los artistas estuviesen suspendidos en el aire.
A las 21:03, con puntualidad casi prusiana, Morat no tardó en aparecer por lo alto del escenario. Seis hábiles músicos, fórmula más que acertado para una experiencia sonora con toda la potencia, amalgamada con una estética fuera de serie. Un breve preludio dió paso a “Faltas tú”, elegida para comenzar y muy celebrada por la gente. La armonía, conexión y prolijidad de las voces amalgamadas al unísono ya se percibía desde el primer estribillo, consolidando la esencia del sonido Morat. Ya desde abajo u al frente, con el escenario teñido de rojo sonó “Cómo te atreves”, en un guiño al primer disco. “506” y “A dónde vamos”, sostuvieron un clima más animado, con lluvia de largas serpentinas blancas mediante. Las primeras lágrimas no tardaron en salir con canciones como “Me toca a mí”, “Porfa no te vayas” y la desgarradora “Segundos platos”. Clásicos como “Cuando nadie ve” tampoco faltaron para mixturar entre tantas pulsiones emocionales que se encuentran en un mismo show, conviven y salen a la luz produciendo un soplo de satisfacción.
“Todos tenemos asuntos pendientes. Lo lindo de la música es que nos da revancha”, expresó en cantante Juan Pablo Villamil, introduciendo “Debí suponerlo”, tal vez la más movilizante de la noche. También pisaron fuerte las fan actions de sus más fieles seguidores, que dejaron ver una marea de globos rosas y amarillos durante “Sin ti”, una de las páginas más sobresalientes de su reciente álbum ‘Ya es mañana’, a igual que “Por si no te vuelvo a ver”. En contraposición y haciendo gala a su primer disco, sonó “Mil tormentas” con rap incluido, una de sus baladas más viscerales que precedió al momento más íntimo de la noche.
Cada uno de los cantantes gozó de su momento en solitario. El primero fue Juan Pablo Isaza, que dialogó con su público: “En ésta gira queríamos ir a los lugares a los que nunca habíamos ido y tocar las que casi nunca cantamos”. En la batería de carteles vio uno sostenido por una pareja que decía: “Nos casamos en 21 días y tenemos un asunto pendiente”. Ambos subieron al escenario y el cantante les dedicó la más romántica de Morat: “Primeras veces”, despertando la emoción de todo el público. Luego Simón Vargas Morales hizo lo propio con “Date la vuelta”, escrita para su hermana. De regreso y secundado por la banda, Juan Pablo Villamil regaló una poderosa versión de “Dos mil algo”, dando entrada al momento del baterista Martín Vargas Morales que hizo vibrar al público rosarino con “Mi suerte”, en un escenario vestido de verde y con los demás integrantes junto a él desde lo alto.
Acercándose el final no podían faltar lados B muy atesorados por sus fans como “Feo”, ni ansiados clásicos como “No se va” y “Amor con hielo”, tampoco momentos sorpresivos como la puesta de lásers durante “Salir con vida”. “Paris” y “Llamada perdida” coronaron un show inolvidable en el que Morat conquistó al público rosarino, y aún quedaba una última página por entregar. “Besos en guerra”, fue la más cantada de la noche y consagró un final explosivo. Entre una espesa lluvia de papeles blancos y una respetuosa ovación, Morat se despidió de la ciudad. Los vestigios de la emoción y la euforia aún sobrevuelan, como los ‘asuntos pendientes’ resueltos y los que no, junto a toda la energía que lleva cada canción durante casi dos horas donde un parte de lo efímero permanece.
Lucas Rivero
FOTOS: Ph. Diego de Bruno