Pedro Capó se presentó en La Sala de las Artes

El artista internacional brindó un show de una hora y media desplegando encanto y solidez, sin afanes de grandilocuencia.

Artistas como Pedro Capó son los que proliferan y logran sostener una trayectoria internacional. Trascendiendo el talento y magnetismo, con el foco puesto en la humildad, todo lo demás fluye por decantación natural. Con un sonido vibrante y cuatro ávidos músicos, una puesta en escena bien cuidada que mostró su nombre durante todo el show en la pantalla de fondo y un repertorio variopinto, los rosarinos y rosarinas que llenaron la mítica sala de Suipacha y Güemes cantaron a los gritos, y no temieron en expresarle su amor con alaridos al cantante. El sex appeal de Pedro Capó se emana más allá de lo estético, su voz seduce y moviliza. La exquisitez de los arreglos vocales con improvisación solo puede ejecutarlo un oído musical entrenado. Algunas canciones de Fito Páez resonaron en los parlantes llegando las 21 horas, melodías autóctonas de la ciudad con el volumen cada vez más elevado palpitando la llegada del artista.


Con puntualidad prusiana, Pedro Capó apareció desde atrás del escenario en penumbras, con gafas oscuras y campera de cuero, para pararse decidido al centro y comenzar con “Hoy me siento cabron”, el swing necesario para comenzar. Otros dos temas movidos que retoman los matices de su etapa más reciente continuaron,  “La sábana y los pies” y “Buena suerte”. Más desprovisto de ropa y luciendo los tatuajes de sus brazos, el cantante sedujo a sus fans con trazos y movimientos sutiles pero poderosos. Todo un frontman con total manejo de las pulsiones del público.
“Ojos claros” dio paso a “Estoy enamorado”, una de las baladas románticas más destacadas de los últimos diez años, compuesta en un momento difícil de su vida, según contó, en el que estaba atravesado por mucha exposición. Ahí es cuando la banda elevó la potencia para lucirse más aún. Luego de una versión remozada y rapera de “Amores como el nuestro”, sonó “Tutu”, evocando el trascendental feat con Camilo. Adriana Müller, voz frontwoman por antonomasia, se apoderó del escenario durante una vibrante versión a dúo de “Una vez más”, grabado por Capó junto a Lali.


Sin sobresaltos, con entusiasmo y energía equilibrada el show continuó con “Ni tan novios ni tan amigos” y la sensual “Tu fanático”, donde se tomó su tiempo para presentar a cada músico, brindando con generosidad el tiempo suficiente para que brillen con su instrumento. Una balada reflexiva siempre viene bien para oxigenar, por eso sonaron
“Volver a casa” y “Existo”, que removieron alguna lágrima. Promediando la noche se escucharon sin interrupciones algunas de sus primeras canciones, como “Para ayudarte a reír”, “Fiebre de amor”, “Si tú me lo pides”, la visceral “Libre” y para despedirse, “Un minuto”. “Me los llevo. bendiciones”, fueron las últimas palabras del portorriqueño antes de desaparecer por tiempo poco prolongado. Solo con su guitarra volvió a un escenario amarillo, e e interpretó en intimidad “5 y 3” y “Vivo”, las más cantadas de la noche. Con los brazos por lo alto y la banda de regreso, no podía faltar “La fiesta”, que al cantarla en vivo es mayor la sensibilidad sobre la finitud y más vibrante la conexión con el aquí y ahora. Algo similar ocurrió con “La neta”, que da nombre al disco. Como “la última la paga el diablo”, según el artista, no podía faltar “Calma”, tema de billones de reproducciones y convertida en hit de todos los veranos. Para culminar, en un último acto de entrega interpretó “Gracias”. A modo de ceremonia, tocando su pecho con emoción y sin mirar atrás, Pedro Capó dejó el escenario de un soplo, para regresar seguramente el próximo año.

Lucas Rivero