Ratones Paranoicos brindó su “última ceremonia” en Rosario

La mítica banda se despidió de Rosario con un show expeditivo y cargado de la esencia más genuina del rock and roll, en el marco de su última gira

 Si bien hay música que no envejece, es real que el tiempo pasa y los deseos van mutando al igual que la conexión y las formas de percepción. Los Ratones Paranoicos mantuvieron entre ellos y con el ferviente público rosarino, el feeling de hace décadas, con el entusiasmo y el brío rocker sostenido desde su génesis. Durante poco más de una hora y media de show, el Bioceres Arena disfrutó de los temas más vibrantes del emblemático cuarteto. Aunque muchos quisieran “que ésto dure para siempre”, la conciencia plena de que la despedida de los escenarios del grupo es una decisión sin retorno, vuelve la experiencia aún más movilizante. Muchas fueron a despedirse de una parte de su juventud, no desde la melanciolía, sino desde el goce de la nostalgia. La proeza musical de los Ratones no es novedad, una grandeza que perpetúa más allá de todos los avatares que han atravesado. Contra todo pronóstico volvieron a los escenarios comenzando su gira con un Vélez totalmente agotado, y recorriendo diferentes ciudades hasta llegar a Rosario. Pasadas las 22:20, subieron al escenario, de cuero negro y gafas oscuras,  recibidos con merecida ovación.

 El riff inconfundible de “Rock del pedazo” dio el puntapié inicial por lo alto. Los músicos se mostraron con toda autoridad reverencial en escena, sin afanes de grandilocuencia, en un momento en el que no hay nada que demostrar ni sacrificar. “Ceremonia en el hall” y “Ya morí”, continuaron con un setlist tal vez un poco predecible pero atinado. La voz de Juanse permanece intacta y se lució en temas como “La nave” y “Líder algo especial”. De pocas palabras manifestó su gratitud al público rosarino, que se mostró eufórico y enérgico con un pogo que se intensificaba a medida que avanzaba en show. “Una noche no hace mal” fue dedicada a Pappo, con ovación mediante. Continuaron “Carol”, “Isabel”, “El centauro” y la infaltable “Vicio”. Sarcófago se lució en varios solos, llegando al pináculo en “Vodka doble”, aportando también su voz. Enfocado y puro demostró ser uno de los guitarristas más dúctiles de esa generación. Promediando el final, no podían faltar clásicos como “Rock del gato”, “Cowboy” y “Sigue girando”, la más coreada de la noche.

FOTO: Sebastián Moreno (Cortesía Conclusión)

 El público de los Ratones es una verdadera fauna variopinta, en su gran mayoría mayores de cuarenta que llevan por lo alto las banderas rollingas, y también jóvenes de 25 años con deseos de vivenciar en primera persona la mística del rock nacional en estado puro. Todos conviven y se amalgaman en el pogo durante temas como “Sucia estrella”, o contemplando la hipnótica versión de  “Enlace”. También cantando a los gritos la emotiva “Para siempre”, elegida sabiamente para cerrar el show. Los Ratones Paranoicos dieron el adiós en Rosario, y se preparan para sus últimos conciertos, pero no se despiden de esas melodías que dejaron huella en la historia de la música nacional.

 

Lucas Rivero