Rosario, ¿ciudad pujante o “empujante”?

Hablar de Rosario es hablar del Paraná, de su costa, de sus espacios verdes, de los amigos, el carlito y el cortado en un bar. Hablar de Rosario nunca fue tan fácil como en estos días, HAY MUCHO PARA DECIR, puedo contarte de las cosas insólitas de esta ciudad, de lo bueno y lo malo. La ciudad que durante meses ocupó tapas y tapas de diarios en el país por la crisis de seguridad que vive: la ciudad que creció a orillas del Paraná y es atravesada por una serie de problemáticas y conflictos sociales “unidades políticas y culturales”, historias que nacen, crecen y son observadas por ese río de dimensiones extraordinarias y son abrazadas por él: todos tenemos algo del Paraná. Acabo de mirar el documental de Diego Fidalgo “Los ríos del Río” y me encontré de pronto pensando al Paraná como este “sistema-mundo” que es Rosario y que tiene mucho para desengranar.

“La globalización divide en la misma medida que une”, sostiene Zygmunt Bauman y puedo hablarte de los efectos sociales y humanos que la globalización deja día a día en Rosario y cómo se han transformado las relaciones políticas, económicas y culturales de la ciudad.

El Paraná es la principal vía de exportación e importación de América del Sur, no es casualidad que vayamos perdiendo poco a poco poder soberano ante él, vemos cómo las fuerzas transnacionales traccionan para que esto ocurra y se les hace muy apetecible a las multinaciones las aguas marrones de la vía troncal del Paraná–Paraguay. Pero quiero hablarte de lo que pasa en sus costas, de las personas que como dije antes son abrazadas por él.

Rosario como toda ciudad grande es una ciudad desigual, una ciudad que excluye, ciudad donde vemos con claridad las fronteras culturales e identitarias que son impuestas y son muy acentuantes, vemos como en su interior fluyen micro espacios. El documental de Diego Fidalgo nos muestra en su recorrido cómo la contaminación de las exportadoras hacen su parte para que sea así y nos muestra cómo desarrolladoras inmobiliarias se quedaron con parte importante de ésta ciudad que busca siempre mirar al Paraná. A nadie le hace ruido que detrás de estos complejos habitacionales dónde el metro cuadrado cotiza en miles dólares haya viviendas precarias, vecinos que no sólo no pueden mirar hacia adelante, sino que están obligados a mirar hacia arriba (pisos y pisos de edificios que se erigen como símbolo de progreso), acentuando aún más la idea de lo inalcanzable.

Los sistemas que fluyen en Rosario excluyen, empujan, tiran para un costado aquello que el Estado no pudo resolver y vemos como los efectos localizadores que produce la globalización apartan y fragmentan aún más a la ciudad.