Silvestre y la Naranja despidió “Sueño Cítrico” en Rosario
La banda revelación del indie pop brilló en La Sala de las Artes, con un concierto agotado y en el epicentro de la tormenta de Santa Rosa
Frente a todo relámpago y diluvio atronador, la música funciona como antídoto y sostiene un equilibrio energético ante el caos. La ascendente banda asombró a su público una vez más con un show de poco más de una hora y cuarenta. Lo más destacable fue la autenticidad del sonido en vivo, de manera impoluta y fidedigno al disco. Pocos artistas logran sonar en vivo igual que en su álbum, y sin autotune. Los cuatro integrantes fluyeron con distensión y goce pleno sobre el escenario, sorteando con altura cualquier imponderable técnico en un par de momentos del show, rápidamente resueltos. El público rosarino, muy respetuoso y a la vez efervescente, cantó con emoción cada una de las veinte canciones del setlist.
Luciendo una estética sonora con fuertes dosis de rock, folk y guiños a influencias directas como Virus, Morrissey o Charly Garcia; Silvestre y la Naranja irrumpieron en el escenario de la mítica esquina de Suipacha y Güemes, con un elegante e insignificante retraso de diez minutos pasadas las 21. Viernes a la noche también ideal para una “Fiebre atemporal”, en órden invertido que en el resto de la giro siendo éste el tema fetiche para el final. Sin stop y bien amalgamadas sonaron “El ding dong” y con un brío seductor “Loco por vos”, “Nunca te calmes” y “Amor sofá”. La banda expresó su cariño y gratitud de manera concisa a lo largo del show, claramente las luces estaban concitadas en la música. La melancólica “Vencimiento” precedió a “Todas esas tardes”, “Pretextos” y “Carta de amor”.
En un principio, las más celebradas fueron “Intensidad” y “Bailando a escondidas”, cobrando mayor sentido en un público que se atrincheró del temporal en el show de Silvestre y la Naranja, ya que ningún pronóstico climático suspendería los planes. La bossa nova “Playita”, con resonancias inevitables a Charly y a “Superficies de placer” de Virus, fueron menguando la energía dando pie a “Hechizao”, la más cantada de la noche. Recorriendo el escenario con sutileza y sosteniendo la armonía, el entusiasmo del comienzo se iba incrementado de a poco llegando a la cúspide en temas como “Supersticiones”, “Amores callejeros”, la meliflua “Levitando lento”, y la esperada “Sos todo lo que esta bien”. En el umbral del cierre interpretaron “Canción para que vuelvas” y la hitera “El instinto” en donde los vientos se lucieron aún más con la magnética melodía de “Fiebre atemporal”. “El veneno” marcó el cierre de un concierto atípico y digno de otra dimensión, donde la música no detiene la tormenta, sino que la incorpora y la vuelve disfrutable.
Lucas Rivero