Susana Baca: “Estar viva es poder estar aquí cantándoles”

La prestigiosa cantante afroperuana se presentó en Sala Lavardén con un concierto memorable que emocionó a Rosario
La reconocida artista latinoamericana brilló en el escenario a sus 81 años, con la solidez y entereza de una leyenda. El público quedó cautivado y conmovido ante la autoridad reverencial de una de las figuras cruciales de la música popular latinoamericana, a lo largo de una hora y cuarenta. Desde antes de comenzar el show se percibía una energía expectante, desprovista de euforia o ansiedad, sino de un público consciente de que pocas artistas así quedan en el mundo. La puesta en escena no precisaba más que una telón negro de fondo y algunas luces, con seis músicos alrededor de la cantante, que acompañaron con suma maestría. El recorrido osciló por canciones de todos los tiempos y generaciones. Desde el folklore, hasta las piezas peruanas más autóctonas, pasando por el tango y la balada, el vals y la rumba. Diez minutos antes de las nueve, Susana Baca entró con sutileza y encanto por el costado izquierdo del escenario, con piezas descalzos y vestido largo de tules blancos que danzaban con sus primeros movimientos. Recibida con respetuosa ovación, y en homenaje a la tierra sudamericana comenzó con “Como la cigarra”, en una versión desatendida en la que la artista se tomó su tiempo para decir cada verso a través del canto.
La sonrisa de Susana Banca no se apaga nunca, presentando cada tema con un delgado hilo de voz se expresó profundamente agradecida al público argentino. Con dulzura y alegría también en sus ojos, regaló una meliflua versión a capella de “Copla de la luna”, sobre un pueblo norte de Perú, donde sus habitantes “no sabían escribir pero sabían hacer poemas”. Continuó en la misma línea temática con “Romance de la luna”, de Federico García Lorca, y “Tonada de la luna llena” de Simon Díaz. El regocijo de la cantante también se manifiestó en cada gesto, más aún en la visceral “Cariño”, presentada como “la canción con la que volví a la vida”. Luego de una rumba dedicada a la cantante, la artista regresó al escenario con el clásico “Negra presuntuosa”, donde se aventuró a seguir bailando descalza. Continuó con un breve homenaje al pianista cubano Bola de nieve, en temas como una canción de cuna a capella, “Monsieur Julián”, y “Buca de plata”.
Lo sublime y la pureza se conjugaron y sobrevolaron el aire durante el show, también en temas como “Merci Bon Dieu” (o “Gracias buen dios”), un canto haitiano antiguo: “Me enseñó que hasta en los momento de mayor dolor, también hay momentos para agradecerle a Dios”, expresó Susana Baca. Luego de “Dame un atardecer”, el público acompañó cantando “Te quiero”, conocido poema de Mario Benedetti con música del maestro Alberto Favero, y “Hasta la raíz”, de la mexicana Natalia Lafourcade. Luego regaló un homenaje al argentino Astor Piazzla, en “Fueye del sol”, compuesta por Fito Páez, “el rosarino más importante del mundo”, lo definió la cantante peruana. Celebrando a la Argentina sonó una poderosa versión de “Chacarera del exilio”, de Raly Barrionuevo, seguída de la flamenca “La reina de África” y “Sorongo”, que culminaron con un setlist variopinto con el que la emblemática cantante movilizó las fibras más sensibles de su público. Como único bis y toda la gente bailando de pie, se escuchó la tradicional “Takiti Taki”, con Susana Baca retirándose, danzando descalza y moviendo los tules al viento, fiel a su esencia.
Lucas Rivero