Las Pelotas dominaron la lluvia

Contra todo pronóstico y sin temor al temporal anunciado, la icónica banda se presentó en un Anfiteatro repleto durante más de dos horas y veinte, donde recorrieron sus grandes éxitos y algunos Lados B de su extensa trayectoria.

Las Pelotas son una marca crucial en la escena del rock en habla hispana, no solo por sus melodías que oscilan desde el pináculo de una alegre efervescencia hasta la profundidad y la sombra. Y viceversa. En una noche gélida, el calor humano y la euforia de público rosarino logró que un show extenso pasara rápido. A las 21 horas, puntual como nunca, Germán Daffunchio y todo su escuadrón se pararon firmes en el escenario recibidos con ovación y con los cánticos clásicos hacia la banda. “Hoy me desperté” fue la adecuada para empezar en dónde la potencia de Las Pelotas reverberó por todo el Parque Urquiza. Las pantallas que ilustraron con ingenio cada canción se encendieron con “Basta”, seguida de “Qué podes dar?”.

“No va a llover. Hay que ponerle onda”, presagió Daffunchio a modo de saludo y acertó. “Ya no estás”, uno de los temas más emotivos y resilientes encendieron aún más la energía. Así continuaron “Corderos en la noche”, “Victimas del cielo”, la reciente “Es clara” (salida de las redes) y  “Siempre estará”. Una de las más cantadas por la gente con cierta brisa liberadora fue “Personalmente”. Luego sonaron “Ya lo sabes” y “Será”, inoxidable hit de Las Pelotas por antonomasia.

La voz líder, Germán Daffunchio, bajó del escenario para zambullirse entre el público y cantar varios temas. La cercanía se produjo inicialmente durante “Cerca de las nubes”, y se repetiría en “Hasta el fondo del rio” y promediando el final con “Cómo se curan las heridas” y en la eufórica “Capitán América”. Las Pelotas fue una de las primeras bandas que sostuvo que el artista tiene que estar más entre la gente, y no tan encapsulado en la fiebre de luminarias de red carpet y acartonado glamour. También son de las pocas que no se traicionan y aún hoy mantienen esa esencia. Uno de los momentos más sublimes estuvo en manos de Gabriela Martínez, de las bajistas más versátiles del rock, durante “Menos mal”, manteniendo el clima de los lentos con “Más que un deseo”.

La atmósfera reggae se mantuvo un buen rato gracias a temas como “Saltando”, con imágenes de Luca Prodan en pantalla; “Solito vas”, cantrovertida, actual e ilustrada con rostros de políticos entrelazados a modo colagge. “Que estés sonriendo” y “Si supieras” fueron cantadas a los gritos dando paso al cierre del bloque con “Veoyover”. La distorsión de las guitarras retornó para retumbar en temas catárquicos como “Escondido bajo el brazo”, “Chupa chupa”, “Muchos mitos” y “La mirada del amo”. Otro de los trazos  más alegres de la noche fue marcado por “Día feliz” para luego pasar al contraste de la melancolía estruendosa de “Peces”. El punto culmine llegó con “Esperando el milagro”, en conmemoración a los veinte años de aquel disco bisagra.

En ese juego cariñoso y divertido del ida y vuelta, Las Pelotas salieron una y otra vez del escenario regalando bises. La infaltable “Bombachitas rosas”, la ansiada “Para con la Pa Pa” condujeron al brillante cierre con “Shine”.  A modo de liturgia, como acostumbran en sus shows, un tema de Sumo es una invocación necesaria. Con “El ojo blindado” la banda agradeció de manera cálida y genuina deseando volver. Alguien dijo que “mientras existan gobiernos corruptos seguirá existiendo el rock and roll”. Mientras sigan existiendo Las Pelotas, también.

Lucas Rivero

FOTOS: PH @cecicordobaph